la frase del momento

"¿No es la cerveza la bebida de la sinceridad, el filtro que disuelve toda hipocresía, toda la comedia de los buenos modales, e incita a sus aficionados a orinar sin pudor y engordar con despreocupación?"

M. Kundera


lunes, 11 de junio de 2007

El imperio del ¡Yo!

En este blog, creo, ya hemos aclarado que los peores vicios son los que no se consumen. Los vicios consumibles son substancias exógenas a las que recurrimos como consciente evasión y alteración de la realidad sensible. Más allá del componente epistemológico e incluso, para el que conciba semejante cosa, espiritual del asunto, hasta el más yonkie es consciente de los efectos que anhela y la fuente que se los proporciona. Es decir, no constituye parte de su conciencia, sino más bien, unas vacaciones de ella.


Por eso hay unos vicios más perversos que los que se consumen, vicios del comportamiento que se adhieren a la conciencia y se confunden con ésta, si es que no pasa a formar parte de ella. Son vicios, por ello, muy difíciles de combatir, no en balde hay toda una, digamos, ciencia, que se dedica a ello con resultados, no nos vayamos a engañar, desiguales. Estamos hablando de hábitos malsanos, malformaciones de la conciencia, que adquirimos de una forma más o menos inconsciente y que son una distorsión de la realidad y una fuente de insatisfacciones. Inseguridades, miedos, inhibiciones... Es muy amplia la lista de vicios que adquirimos sin saber muy bien por qué. Las limitaciones de la frágil mente humana, supongo.

Si bien son lamentables los vicios anteriormente enumerados, cuanto menos, generan algo de simpatía ante la muestra inherente de humildad de esos vicios, adquiridos ante la asunción, mal llevada, de ser uno más en esta jaula de grillos que es la Humanidad. Tiene efectos nocivos, pero qué coño, apenas afecta al que lo padece y no afecta en demasía a los demás, de hecho, como un pacífico consumidor de substancias psicotrópicas.

Porque, amigos, hay uno de estos vicios que es una de las mayores plagas de la humanidad, un vicio que permite al que lo practica convertir en mierda cuanto toca, como un Rey Midas del desastre. La egolatría, la vanidad y, en definitiva, las múltiples formas que adopta el Ego ante su propia insignificancia no asumida. Por ello, el vicioso busca ámbitos que dispone, más o menos a mano, en los que ocultarse su condición de forma miserable y mediocre a golpe de darse importancia, hasta , quién sabe, creerse, oh cielos, indispensable.

Los ámbitos son innumerables, tantos como espacios de interacción humana, pero los hay más sensibles a estos viciosos y, ante todo, más peligrosos. Paradigmático es el caso de la política. Marco de representación de la ciudadanía, espacio inmejorable para la extensión de las plumas de pavo real en celo. Créedme, sin ánimo de plagiar a Clemenceau, que también tenía lo suyo, la política es demasiado importante para dejársela a esta panda de viciosos incorregibles. Porque cuántos desmanes, cuántas complicaciones, cuántos fracasos por la incapacidad de llegar a algún entendimiento por una mera cuestión de necios Egos. Por no hablar de los inmensos disparates de algunos orates con poder y afán de perdurar.

Adictos compulsivos, en definitiva, que son toda una lacra para la sociedad, con mayor capacidad de degeneración moral que el yonki de la plaza, pobre, ya que desacreditan los mecanismos que mal que bien se le ha ido ocurriendo a la limitada Humanidad para el entendimiento común. Y esto, desengañaos, pasa con cualquier ideología. Lo que está claro es que hay que buscar instrumentos que alejen a los megalómanos inmisericordes, ególatras insufribles, personalistas estúpidos del ejercicio de la representación y el poder y se dejen para la persona normal, sin neuras jilipollas que sepa que un cargo no es una hermosa medallita que lucir, sino una carga ardua que acarrear. Y el que quiera reconocimiento le hacemos en medio de la plaza, sin molestar al solipsista yonki, el solemne monumento al jilipollas anónimo.


2 comentarios:

El sofista que fui dijo...

Bueno, inmisericordes criticones, ya lo tenéis, foticos, pa romper tanta letruja. Ahora, ha sido un coñazo enorme, así que no esperéis muchas más. Pero, ¿a que son bien hermosotas las afotos que os he colgado?

Anónimo dijo...

joder, tú si que tienes afán de tirarte el pisto, que con 5 minutos en el gúgel ya las tienes y no es pa tanto.
Acaso denoto algún roce con algún cantamañanas de tu partit?

Pido disculpas por tener que usurpar el nombre de tan insigne y prolífico autor como fue Anónimo