Los valores de la escuela
Es por todos sabido que de un tiempo a esta parte se ha establecido como moda en los círculos pedagógicos el insistir en la educación en valores contraponiéndola e infravalorando con ello los llamados contenidos. Tal planteamiento olvida que el mayor valor de la escuela es el conocimiento como fundamental vía para la igualdad y la emancipación del individuo. Parece que la pretensión es establecer una especie de catecismo laico con el que exhortar a los nenes a ser regidos por buenos sentimientos, lo cual sólo parece hallar reacción por parte de los representatantes del catecismo de toda la vida, el católico, para asegurar que el campo de la moral es espacio de la familia, un planteamiento aún más perverso que sume todavía más al individuo. Y es que la moral es patrimonio del individuo y la cuestión es que cada uno pueda construir la suya propia lo más sólidamente posible, con los mayores elementos de juicio posible.
La cuestión es que tan voluntariosos pedagogos diríase que juzgan las distintas disciplinas académicas que se imparten como algo gratuito y arbitrario, un mero marco donde llevar a cabo terapias de grupo. Pero el estudio de la ciencia no es algo ni mucho menos gratuito ni exento de valores fundamentales. La responsabilidad, el afán de superación, el racionalismo, el trabajo metódico y, en definitiva, el conocimiento del medio que nos rodea y sus principales instrumentos son, sin lugar a dudas, los principales valores a inculcar a cualquier persona y, desde luego, de cualquier institución académica. El tener que decir esto, a estas alturas, resulta una recesión.
Nada es más reaccionario que socavar la fundamental función de la educación de permitir la igualdad de oportunidades, construyendo de esta forma una sociedad meritocrática. Pocos axiomas tengo en esta vida, pero uno incuestionable es el inmenso valor de una educación pública potente. No es casualidad que los países más prósperos e igualitarios mimen su educación pública y sea ésta dominante. Nada resulta más agotador y desolador que tener que insistir constantemente en ello.
3 comentarios:
Estimado Señor Irredento,
Me parece una gran reflexión y me uno a sus conclusiones punto por punto.
Le ruego que, si tiene vd. a bien presentarse a próximas elecciones me indique su candidatura oportunamente para darle mi voto sin duda.
Reciba un atento saludo.
Apreciado Sr. Cohete:
Tengo el placer de informarle que ya lo hice en las últimas elecciones generales y en todo el territorio nacional mi candidatura sacó un humilde, por así decirlo, resultado de 45750 votos.
Seguiremos, con todo, intentándolo, quizá por amor a las causas perdidas, en otras convocatorias venideras, a las cuales estará invitado con mucho orgullo a formar parte del entrañable cuerpo de nuestros votantes.
Reciba un cariñoso saludo.
Sr Irredento,
Me ha costado un poco saber de que partido hablaba, pero al final lo he conseguido, a pesar de la caraja que me acompaña.
Una buena apuesta sin duda, pero quizá algo pronto para presentarse a las generales. De cualquier modo, todo se andará. Con un poco de buen trabajo, no tienen rivales.
Un saludo animoso.
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