A los clásicos me remito
Una morena y una rubia,
hijas del pueblo de Madrid,
me dan el opio con tal gracia
que no las puedo resistir.
Caigo en sus brazos ya dormido,
y cuando llego a despertar,
siento un placer inexplicable
y un delicioso bienestar.
¡Ja, ja, ja,
ja, ja, ja, ja!
Y es que las dos,
¡ja, ja, ja, ja!
se deshacen por verme contento,
¡ja,ja,ja,ja!
esperando que llegue el momento
en que yo decida
¡ja,ja,ja,ja!
cuál de las dos
me gusta más.
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