la frase del momento

"¿No es la cerveza la bebida de la sinceridad, el filtro que disuelve toda hipocresía, toda la comedia de los buenos modales, e incita a sus aficionados a orinar sin pudor y engordar con despreocupación?"

M. Kundera


lunes, 26 de marzo de 2007

De sátiros y musas

El viejo Hank, para muchos un modelo a seguir, todo un visionario, irreverente, inconformista, con claras convicciones y fuerte carácter, alguien único. Para tantos otros un escritor mediocre, hecho a su personaje, voluble y comercial.

Al margen de si se trató de un personaje autoinventado, lo cierto es que Charles Bukowski describía el modelo ideal y exacto del cortoplacista.

Sus profundas reflexiones políticas, filosóficas y sociales estan imbuídas de un pesimismo tal que, inexhorablemente, desembocan en un transcurrir en la levedad más nihilista.

Buena prueba de ello es su satirismo galopante.

Antes de seguir quisiera aclarar al lector la diferencia sustancial, para mi, entre un misógino y un sátiro.

El misógino es un ser mezquino y amargado que desprecia a las mujeres. Las detesta y, en ocasiones, exterioriza su frustración relacionándose con ellas para maltratarlas.

El sátiro, en cambio, es un ser sensible, que respeta a las mujeres. De hecho, las respeta más de lo que ellas mismas se respetan, y así le va. Su resignación espiritual proviene de la comprensión y el entendimiento, que lo convierten en una persona vitalista, que trata de aprovechar lo mejor que le ofrece la vida. En el fondo, un cortoplacista.

Pensaba en todo ésto la otra tarde observando, a través de la inefable ventana al mundo que es internet, una pintura de Jean-León Gérôme.

No es que sea yo una persona culta y sensible, entregada al arte y a la vida contemplativa (bueno, eso último sí). En realidad fue el pesao de Jacobino quien me pasó el enlace, acabando con mis ensoñaciones onanistas.

Describe el cuadro la situación del tribunal donde era juzgada Friné, de la que se decía que era la mujer más bella, acusada de impiedad. Cuenta la leyenda que en un alarde de ciencias jurídicas, el abogado defensor, Hipérides, hizo desnudar a la bella Friné y arguyó con vehemencia: "¿Realmente creen sus señorías que tan celestial criatura puede haber sido sujeto de tal delito?". No pudieron los jueces por menos que reconocer que a la modelo de Praxíteles le sobraban los motivos para compararse con Afrodita. Distinto hubiera sido el juicio contra Sócrates por el mismo delito, como entenderá el lector.

Ciertamente era el sensible Gérôme un auténtico sátiro, como demuestra su tenacidad: en 1890, 29 años depués del cuadro del juicio de Friné, desató un nuevo escándalo con el cuadro de Pigmalión y Galatea. Pero más sátiro aún era Hipérides, el defensor de Friné. No me cabe duda alguna de que Bukowski, de haber vivido en el año 300 a.C., hubiera ejercido encantado de Hipérides, desnudando a Friné y alardeando posteriormente de haber convencido al areópago desde sus más bajos instintos. La única diferencia es que Hank lo hubiera hecho borracho y no hubiera escatimado recursos en acabar la noche en la alcoba de la hetaira...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bravo!
Bravo por Bukowski!(algún día leeré algo suyo)
Bravo por Hipérides! (un tío listo)
Bravo por Hank! (se te parece)
Bravo por Gerôme! (clasicote majo)

el tema del sátiro viene aqui pintiparado!