Incompetencia empresarial
Ignoro qué enseñarán en las escuelas de empresariales pero especulo que, básicamente, pura bazofia. Imagino que tendrán tan sorbido el cerebro con eso de maximizar los factores de producción (si no empleo correctamente la jerga, ruego me perdonen) que se olvidan que los trabajadores, mal que les pese, o, yendo con malicia, por mucho que les ponga esa idea, no son meros engranajes de hierro colado. Seguro que los más sutiles detalles de la microeconomía son fundamentales para la gestión y formación de una empresa, no lo pongo en duda, ni mucho menos, pero deberían tener, de la misma manera, principios básicos de psicología, ya que, si tuviesen presente eso de la motivación contemplarían cómo la productividad e implicación del trabajador varía favorablemente.
Por ejemplo, en el ámbito de la atención telefónica, campo en el que estoy ahora inmerso, tienen, sin ir más lejos, la consigna de escatimar incentivos con pejigueras absurdas para ahorrarse cuatro chavos. Hay ejemplos ridículos, como criticar el uso de los pronombres para recortar incentivos que más que , evidentemente, animar a un mejor servicio, implicando al trabajador con la empresa, tienen el efecto contrario y generan la certeza al empleado que poco importa lo que haga de tal forma que se relaja en su trabajo. Bastante poco se paga, menos se valora su trabajo, poca trascendencia tienen sus actos en una estructura que reproduce y magnifica los vicios kafkianos, que el trabajador se adapta a ellos. De hecho, es habitual que el teleoperador busque mecanismos humanizadores, tan agradecidos para cliente y trabajador, que son penalizados en los parámetros de esa demencia que se da por llamar, no sé con qué cordura, calidad.
Ciertamente, parece que en las mentes, no creo que precisamente privilegiadas, que estructuran el funcionamiento de este servicio, su aspiración es crear una alienación absoluta del cliente y teleoperador, no sé si fastidiados de tener que tratar con personas y no con, snif, máquinas. La gracia es que no sé si se dan cuenta que ellos también son, quién lo diría, personas y tan prescindibles o más son en todo el eslabón de la producción o lo que coño sea todo esto. Dudo de que estén inmersos en la precariedad laboral y alienación de los teleoperadores, pero sin duda son los responsables del desvarío de un sistema que prima un absurdo que, efectivamente, haría las delicias de Kafka. Por eso, yo me río de las alarmas sobre la productividad del trabajador español. No es que me guste culpabilizar, que también, pero si a alguien hay que señalar al respecto es a la cultura empresarial en la que estamos inmersos y a sus responsables. Desconozco si gozan, inmersos en un extraño y perverso complejo de poder, de los despidos masivos o el mero chuleo rutinario al currante, pero si alguien es responsable del funcionamiento de una empresa son los pánfilos que la gestionan, y al igual que el entrenador de fútbol que no consigue resultados, éstos, y no los jugadores que están día a día sacando las algarrobas, son los que tienen que irse masivamente a la puta calle.
En una sociedad que está incorporando, mal que bien, la cultura democrática a todos sus ámbitos, debería plantearse otro modelo de estructura empresarial que incorporase la voz de los trabajadores y limitase la gratuita y en innumerables casos, arbitraria verticalidad, habida cuenta de los beneficios estructurales que ello genera. No es un modelo inaudito, de hecho el modelo, sin ir más lejos, alemán tira, en mayor medida por ahí con mejores resultados que la empresa española. Si realmente hay partidos de mínima izquierda en este país, deberían tirar por ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario