blasfemia contra el cortoplacismo y la Furia incontenible de El Sátiro del Raval
Ya hemos clamado con la moderación pertinente sobre los perversos vicios del vano idealismo platónico. Con todo, en el caso del amor platónico podía llegar a ser algo inocuo o incluso venial, de hecho, puede no pasar de consuelo del desconsolado que ve inalcanzable el único y verdadero amor carnal, ya que la vida es muy dura y cruel, consagrándose, si no ejercitándose, en las artes de la lírica que, según dicen (yo, desgraciadamente, no lo he comprobado, cuando he recurrido a esas ardides me he llevado un contundente rechazo), pueden resultar efectivas para futuras chances.
Pero hay otras suertes de idealismo realmente perniciosas. Si bien el amor platónico tiene una base material, es decir, real, hay otros que se centran en elementos sin fundamento, un híbrido de la mente monstruoso, una especie de hidra de la conciencia que a golpe de cultura, algunos desgraciados seres humanos han generado en su mente, o más bien, se ha instalado en su mente, como parásito destructor (seguro que existe término biológico que vaya pintiparado, pero no voy a documentarme para saciar mi pedantería, no sufráis) que prácticamente la substituye.
Si bien el estúpido amoroso idealista puede llegar a ser devastador, sólo hay que abrir la sección de sucesos cualquier día para confirmar tan dramática circunstancia, el idealista abstracto(suena redundante, eh) en situaciones no tan extremas, tiene una capacidad de degeneración mucho mayor, ya que tiene una vocación gregaria enorme y un cuerpo teórico legitimado que anula al individuo y lo hace esclavo de una serie de elementos totalmente ajenos a la vida y sus verdaderos placeres sensibles.
Así, el idealista abstracto vive sin vivir en sí por cuestiones etéreas, irreales, absurdas. Hoy, sin ir más lejos, hemos podido constatar esta asombrosa circunstancia. Leíamos hoy en el, lamentablemente pagado por todos los catalanes, diario Avui, el alucinante, desconcertante, artículo de opinión de, por lo que nos han comentado, su director, en el que manifiesta su ansia, literal, de chute de identidad. Cuánta degeneración. Su dosis se fundamentaba, ni más ni menos, en la dudosa hazaña de que sonase el himno oficial catalán en un partido de un equipo de rugbi de Perpiñán, manifestando su total desinterés por el sin duda vibrante deporte. Inaceptable sandez que desprecia lo substancial y sobrevalora lo circunstancial.
http://www.avui.cat/article/opinio/4596/bany/didentitat.html
Sin duda, en su innegable sabiduría y su incuestionable ansia de justicia poética, el Sátiro del Raval se ha visto obligado a intervenir y, de forma simbólica, le ha evitado tan estúpida satisfacción con el retraso de la retransmisión por la publicidad, evitándole consumar tan impúdica pretensión.
Muchacho, empieza a redirigir tus deseos en cuestiones reales, universales, sensibles, y no en satisfacer tu Ego provinciano. Desde el Piso Franco nos tomamos la libertad de sugerir que te consagres a la degustación de suculentos manjares, a la libación de delicados caldos, al goce de libidinosos placeres, a la contemplación artística, al contacto con la naturaleza, en definitiva, a vivir. Te aseguro que es un buen consejo, sino, te verás abocado a la desazón que ilustra con clarividencia Pla y, además, por una esperanza vana y absurda.