la frase del momento

"¿No es la cerveza la bebida de la sinceridad, el filtro que disuelve toda hipocresía, toda la comedia de los buenos modales, e incita a sus aficionados a orinar sin pudor y engordar con despreocupación?"

M. Kundera


miércoles, 3 de octubre de 2007

Ortega y Gasset, ese mediocre pensador

Nunca me ha dejado de llamar la atención cómo la Historia de la Filosofía, esa mitómana disciplina, tiende a sentir devoción por autores mediocres y moralmente miserables. A través de la tribuna que me brinda graciosamente el ciberespacio, ya he clamado como se merecía contra ese insufrible personaje que fue el tal Platón. Que la furia de El Sátiro del Raval se precipite sobre su recuerdo y las siete plagas de Egipto sobre su cabellera.

Últimamente he estado bailando con la abracadabrante La rebelión de las masas, obra cumbre de Ortega y Gasset, el más reconocido de los supuestos filósofos españoles, el cual mantiene su prestigio, como si su obra realmente hubiese tenido talla mundial y siguiese siendo vigente. Es realmente llamativo que un autor tan mediocre, obsoleto y moralmente deleznable no haya sido desacreditado públicamente y sepultado por la Historia como tantos otros cuya aportación a la Historia de la cultura y la filosofía ha sido, cuanto menos, dudosa.

Ortega fue un autor, para empezar, obsoleto e intrascendente, cuya mentalidad, representativa de los críticos años de entreguerra y su repunte autoritario, estaba totalmente moldeada por unos valores y unos principios coetáneos que a la sazón empezaban a resultar ya caducos y superados. Su obra rezuma los postulados del elitista y pretencioso novecentismo, gozando de una notable influencia de Nietzsche y Spengler, por no hablar de planteamientos antropológicos ya obsoletos por esas fechas, simplificaciones del evolucionismo decimonónico o de la historiografía hegeliana. Pero, más allá de la irrelevancia de sus aportaciones, molesta la simpleza de sus argumentos, siendo, como fue, un autor tan arrogante y tan celoso de la excelencia.

El concepto de masa, básico en su obra y central en el periodo de entreguerras, lo encara de una forma endeble y lamentablemente falaz. Lo contrapone a una exquisita elite que la define con una mera aspiración de distinción en oposición a una masa que Ortega desprecia por su postura acomodaticia y hedonista, juicio que, no cabe duda, merece la más feroz reprobación del Piso Franco. De hecho, sin atisbo de pudor, no repara en criticar el acceso de las masas a bienes, y placeres previamente exclusivos de, qué casualidad, las elites. Denuncia del que, sin duda, se siente elite.

Pero lo más sorprendente es que le atribuye a la masa, paradójicamente, una voluntad indómita y dominadora que, atiza, no acepta, para disgusto de Ortega, la sumisión respecto a la necesaria minoría, o con la terminología militar que gusta utilizar el ilustre pensador, de obediencia al mando irrenunciable por esa vaporosa elite. De hecho, el interfecto no se ahorra reivindicar a la aristocracia tradicional a la que juzga, ¡recorcholis!, legitimada por sus meritos a través, ni más ni menos, del derecho de conquista. Asombrosamente el personaje no da muestras de sonrojo al considerarse liberal, planteamiento político que describe, el tan adalid de la excelencia, como un simplón mero ejercicio de generosidad del fuerte sobre el débil, al que se le concede, graciosamente, la tolerancia de su existencia.

El discurso de este pájaro es, en definitiva, elitista y reaccionario, levantando enormes sospechas de esconder obscenas muestras de conciencia de clase del que se siente elite, supuestamente intelectual, a pesar de que el nivel de sus escritos, sin duda, no lo refleja por mucho que se lo .arrogue Ortega. De hecho,- vidas paralelas-, Platón también denunció los privilegios perdidos en la Atenas democrática, y para ello ideó una República regida por filósofos, es decir, por los que considera igual de excelsos que él.

No cabe duda, Ortega y Gasset merece el mismo desprecio que Platón, a pesar de que sus consecuencias fatales no son comparables a la del griego

17 comentarios:

Cohete Sr dijo...

Para mi, todos los filósofos, a la hoguera, y conste que lo digo con la boina desenroscada y el entrecejo depilado.

Anónimo dijo...

Pobre Ortega. Fue un hombre fruto de sus tiempos, pertenecía a la elite y era víctima de su propia ideología. Déjalo en paz que ya está muerto y, por suerte, sus rebuznos están al margen del hoy, exceptuando ese inofensivo "yo soy yo y mis circunstancias".

Fernando Sánchez Costa dijo...

Ya te gustaría escribir como Ortega.

Anónimo dijo...

Siempre lo he pensado y lo confirmo una vez más: el aire de suficiencia y arrogancia siempre van acompañados de ignorancia y desconocimiento. Me parece un escrito incompleto e injusto, por decir lo menos.

Anónimo dijo...

Te recomiendo leer con más cautela la obra orteguiana, ya que la postura que reflejas es la de la cerrazón del mundo intelectual de izq de los años posteriores a los 60. Ortega es la ruta hispánica más directa a la comprensión de la realidad del tiempo presente.
Se notan vestigios de los prejuicios de resentimiento de clase en tus comentarios, déjalos y así podrás entender el pensamiento.
Hoy en día el mundo académico ha reconocido que sus prejuicios para con Ortega, sería prudente que tu también pudieses leerlo sin ellos...

Anónimo dijo...

Hacer crítica sin criterio, es como diría Ortega
algo habitual en el comportamiento del "hombre-masa"
Ahora el "hombre-masa" tiene la amplificación que le brindan los medios 2.0

Se puede estar en desacuerdo en algunos puntos, pero brillante a Morir, y suerte tenemos de tener un pensador tan importante y de tan buena pluma en nuestra lengua.

James dijo...

En primera Ortega no 'critica' a la masa, al menos no de primera intención. Lo que critica es aquel mundo que ha aparecido en su época. En segunda, el hombre masa si tiene una postura hedonista no importa, lo que resalta Ortega es lo conformista y arrogante. Lo que hace el gran genio que fue Ortega es señalar un problema histórico y social.

El llamar a Ortega mediocre y quién sabe qué tonterías hayas dicho de El Divino Platón--de cuya obra Whitehead señaló como la tradición occidental era notas al pie a su obra, y a quien Popper y Nietzsche en el fondo admiran y reconocen--me recuerda una tesis de Ortega:

"Ya sé que muchos de los que me leen no piensan lo mismo que yo. También esto es naturalísimo y confirma el teorema. Pues aunque resulte en definitiva errónea mi opinión, siempre quedaría el hecho de que muchos de esos lectores discrepantes no han pensado cinco minutos sobre tan compleja materia. ¿Cómo van a pensar lo mismo que yo? Pero al creerse con derecho a tener una opinión sobre el asunto sin previo esfuerzo para forjársela, manifiestan su ejemplar pertenencia al modo absurdo de ser hombre que he llamado "masa rebelde". Eso es precisamente tener obliterada, hermética, el alma. En este caso se trataría de hermetismo intelectual. La persona se encuentra con un repertorio de ideas dentro de sí. Decide contentarse con ellas y considerarse intelectualmente completa. Al no echar de menos nada fuera de sí, se instala definitivamente en aquel repertorio. He ahí el mecanismo de la obliteración."

Qué bien que la modernidad te haya dado el derecho a una "valiosa opinión" por ignorante y estúpida que sea. Gózalo, regodeate y siéntete libre o un gran discípulo de Nietzsche o qué sé yo.

Anónimo dijo...

No tan irrelevante, al menos a usted le ha llegado una obra suya y ha conseguido leerla hasta el final e incluso ha sentido el impulso de comentarla, con comentarios que reflejan ese maniqueísmo anti-intelectualista que nos domina; pero bueno como aquí da igual ocho que ochenta...una opinión libre más y así nos va

El sofista que fui dijo...

De tarde en tarde vuelvo a este blog ya cerrado, reflejo de una etapa pasada, para refrescar alguna cosa y me encuentro con la sorpresa de que sigue vivo. No solo hay lectores sino incluso comentadores. Se agradece el detalle de perder el tiempo plasmando la reacción que genera un post.

Es una pena que no les llegará a sus autores, pero me veo impelido a responder las críticas que han ido aportando el club de fans de Ortega.

El sofista que fui dijo...

En primer lugar, permítanme aclarar que no llegué a "La rebelión de las masas" con ningún prejuicio negativo. Al contrario, me parecía un título sugerente, un tema atractivo y tenía curiosidad por el autor. Sencillamente me decepcionó. Ni me pareció brillante en sus argumentaciones ni, sobre todo, me pareció que sus ideas fueran interesantes. Me pareció elitista, arrogante y simplista. Sé que es una simple opinión y, como con el culo, todo el mundo tiene la suya. Lo curioso es que las críticas que ha ido cosechando el post con los años me parece que adolecen de los mismo vicios.

El sofista que fui dijo...

Fernando se limita a asegurarme que ya me gustaría escribir como Ortega. Francamente, no sé. Tengo otros referentes literarios y la verdad es que no me llamó la atención el estilo de Ortega ni en lo bueno ni en lo malo.

El primer anónimo me atribuye suficiencia, arrogancia, ignorancia y desconocimiento. ¿En qué? ¿Por qué? Es libre de valorar lo que quiera, desde luego, pero la impresión que me llevo de su crítica es la misma que la que me generó Ortega. Ya sé que da pereza desarrollarlo más, por lo que igualmente agradezco que haya querido compartirlo.

El sofista que fui dijo...

El segundo anónimo me hace una recomendación valiosa. Siempre va bien releer algo que no te ha gustado y profundizar en otras obras de un autor de tanto prestigio. Lo que pasa es que como Borges recomendaba, hay que seleccionar las lecturas porque la vida es finita y por el momento no tengo especial interés por Ortega, pero quién sabe, la vida es larga. Ahora prefiero acabar la lectura que tengo entre manos, “La gallina ciega” de Max Aub. Quizá sea un rojazo previo a los 60, y ciertamente estaba pelín anclado en la Guerra Civil (espero que ningún admirador de Aub me salte al cuello por esta apreciación), pero son interesantes las apreciaciones de un exiliado ante la España que se estaba forjando en los 60 de la que tan herederos somos ahora. Decir que “Ortega es la ruta hispánica más directa a la comprensión de la realidad del tiempo presente” me parece una afirmación un tanto osada que para poder ser tenida en cuenta debería ser argumentada. Me llama la atención la de sentencias categóricas que se van cosechando, cuando, en un principio, la base de la filosofía es la argumentación. Los actos de fe es cosa de la teología. Yo no sé qué prejuicios de resentimiento de clase se aprecian en mi crítica a Ortega, ni de qué clase, pero a Ortega yo sí le había visto alguno.

El tercer anónimo asegura que no tengo criterio y que, en cualquier caso, es algo propio de “hombre-masa”. ¿Será esta afirmación un prejuicio de resentimiento de clase? Por si no había quedado clara todavía la tríada de elitismo, arrogancia y simplismo, el tercer anónimo se lamenta de que los “hombres-masa” tengamos la amplificación que nos brindan los medios 2.0. Se ve que a los hombres superiores les molesta que las clases inferiores resentidas podamos plasmar nuestras irrelevantes percepciones en un humilde blog. ¿Entrará en el forocoches a exigir silencio?

James hay que reconocer que intenta argumentar su defensa de Ortega. Se agradece, aunque es incluso más simplista que su admirado Ortega. En un párrafo tampoco se puede pedir gran cosa, es cierto. Se podría discutir. En el segundo párrafo es cuando se entrega a los vicios orteguianos. El Divino Platón, así, en mayúsculas, sin ápice de rubor, y a reproducir el topicazo de los pies de página. Soy profundamente materialista, por lo que llegar a un entendimiento con James va a ser imposible. Lo que está claro es que cuánto mitómano, madre mía. Lo verdaderamente ilustrativo es eso que llama “tesis de Ortega” y que reproduce. Viene a asegurar que los que le critican es que no han “pensado más de cinco minutos sobre tan compleja materia”. Gracias por plasmar de una forma tan elocuente mi opinión de que Ortega era elitista, arrogante y simplista. Luego celebra condescendientemente que la modernidad, más bien la democracia (¿El imperio de los hombre-masa?), me permita expresar mi estúpida e ignorante opinión. Está claro que lo que le pide el cuerpo es prohibirme opinar, claro. ¿Discípulo de Nietzsche? Está claro que no tiene ni idea de filosofía.

El cuarto anónimo me atribuye maniqueísmo anti-intelectualista. ¿No gustarte Ortega es maniqueísmo anti-intelectualista? Además es tremendista a más no poder, que nos domina, así nos va... Un poco de modestia, por favor.

Lo que me llevo de tan sentidos comentarios es la afirmación de que si los fans de Ortega me generan la misma impresión que me generó él mismo, es que muy equivocado no estaría. Por supuesto, agradezco todo tipo de comentarios, pero preferiría que no fueran tan viscerales (ser visceral con la filosofía debe ser un contrasentido, ¿no?) y que se esforzara la peña en intentar convencer. Aspiración fundamental en la filosofía, a mi juicio.

Anónimo dijo...

Visceral no, visceralísima, hipervisceral si lo prefiere.

No esperaba que fuera tan divertido leer esta entrada que tan mal empezaba, pero la curiosidad e las respuestas me ha hecho no solo quedarme sino tentarme a comentar.

Yo creo Jacobinito que te ha faltado visto o buenas lecturas, me da la sensación de que tu idea de la filosofía es un tanto pobre y desfasada, no sólo deberias leer filosofos más recientes, sino ramas más cercanas a lo que de seguro te convence más viendo tus criticas a Ortega, lee a Unamuno, quien coetaneo a Ortega defendía al Hombre frente a la Idea, a la Carne y la Vida, al Hombre Kant frente al GRAN KANT, al Siento luego soy, frente a lo que ya intuyes. A Kierkegaard, a Bataille, a Whitman y Rilke, preludio y prueba de la venida postmoderna, Foucult, a Heidegger no, que mueres, a Zambrano, a Giambattista Vico, coetaneo a Descartes y tan sorprendende y distante de este. Pensar la Filosofía como un erial de excentricidad es perder la oportunidad de extraer de cada testimonio humano que es cada autor una forma de enfrentarse a la Vida, de Ortega hay mucho con lo que no solo tu estas en desacuerdo sino muchos, pero aún así Ortega invirtió muchos años de su vida en el pensamiento dejandolo por escrito, y no es tan prescindible como para no poder aprovecharlo en nada. Hay mucho bajo Filosofía, muchas vías, muchos corazones y muchas mentes, desdeñar contra todas como iguales es hacerlo contra el propio vivir.

El sofista que fui dijo...

De vez en cuando vuelvo y me encuentro un regalito. Condescendencia, lecciones y recomendaciones lectoras, se agradecen, pero argumentos, lo que no deja de ser el tuétano de la filosofía, ninguno. Como es habitual. Intentad convencer, no intentéis denigrar al que no opina como vosotros, pardiez. Confío que estos anónimos comentaristas no sean la elite filosófica del país, porque si no, madre mía, cómo andamos.

Anónimo dijo...

Jacobino, estaria bueno que explicites un poco tus influencias intelectuales, que las reconozcas un poco en tus intervenciones. Creo que cuando anonimo habla de arrogancia se refiere en parte a eso. Es una buena forma de empezar a valorar la tradicion en el pensamientode cada uno, no jacobino?
Ahh, me llamo jonatan, soy otro anonimo

El sofista que fui dijo...

Agradezco la ponderación de tu intervención, anónimo Jonatan. No obstante, no entiendo la necesidad ni el valor de explicitar mis influencias intelectuales. De hecho, tienes todo un blog para ello. Con todo, eso de las influencias me parece un poco una muleta del pensamiento, hay que juzgar razonamientos, no menciones. Sino, hay el gran peligro de caer en la falacia ad hominem.

Anónimo dijo...

A mi Ortega me parece fascista aunque el mismo lo niegue, por decir eso me han llovido insultos de orteguianos que se llaman a su mismos liberales, como: ignorante, zafio, vulgar, analfabeto, imbécil...

Naturalmente eso no me ha convencido de la verdad de sus argumentos.

Un saludo