Crónica de un fracaso
Culinario, en este caso. Una tarde perdida hirviendo judías, para que al final se me quemaran. Podría resultar simbólico, pero de un simbolismo tan trágico y estúpido que no encuentro referente. Cinco horas con fuego a todo brío, para unos fréjoles recalcitrantes que con cinco horas de ebullición no han dejado de estar duros. Y un instante de distracción, embelesado en banal lectura, ha sido suficiente para que se consumiera ridículamente el agua, se quemara el invento, y redujera aún más al absurdo una tarde desperdiciada, en la que desprecié una anhelada siesta y que, finalmente, se ha demostrado que hubiera sido más fructífera. El Piso Franco está inundado de un penetrante olor a chamusquina que yo mismo voy desperdigando a medida que me desplazo, mientras ando con semblante resignado, trágica y patéticamente resignado. Son solamente unas judías, a penas una tarde, únicamente mi vida.
3 comentarios:
Para fracaso el del sátiro del Raval que es un acojonao y un segundón.
No pienso declarar si no es en presencia del abogado del diablo. Y ya he declarado demasiado.
seguro que te pasó por intentar hacer las judías refritas con ajo esas asquerosas que tanto te gustan ;-P
la próxima vez ponlas en remojo desde la víspera, gañan!
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