Volviendo al viejo Hank
En anteriores entregas, ya habíamos comentado que el viejo Hank era un referente moral en el Piso Franco. No en balde, nos ofrece una impagable cobertura ideológica. Valga como ejemplo el siguiente pasaje de su novela Mujeres:
-La primera cosa que me gustó de ti -me dijo Lydia-, fue que no tuvieras televisión en casa. Mi ex marido se pasaba todas las noches y todos los fines de semana viendo la televisión. Hasta teníamos que supeditar el sexo a los horarios de televisión.
-Humm...
-Otra cosa que me gustó de tu casa fue que estaba guarra, con botellas de cerveza por todo el suelo y montones de basura por todas partes. Platos sucios, manchas de mierda en el retrete, costras en la bañera, todas esas cuchillas de afeitar oxidadas tiradas por el lavabo. Supe que serías capaz de comerme el coño.
Bukowski, charles: Mujeres. Barcelona, editorial Anagrama,1994. p. 22.
Nuestra innata humildad no nos permite presumir de nuestras habilidades amatorias (aunque permítanme aclarar que en el Piso Franco siempre estamos dispuestos para la deliciosa actividad del cunnilingus y años de experiencia nos avalan), la cuestión es que nuestros habituales sin duda no podrán evitar las comparaciones. No voy a ser yo el que relacione las sublime actividad sexual mencionada con las condiciones del hábitat, pero sí que voy a reconocer el capote de legitimidad que nos brinda el bueno de Hank. Así que, no se nos quejen tanto de las cucarachas.
7 comentarios:
Resulta curioso que intenten legitimizar la falta de salubridad de su hogar, amparándose en un miserable borracho con la madurez emocional de un adolescente que, aunque capaz de practicar un cunnilingus a cualquier hembra que se le ponga a tiro, también cuenta con un gran historial de gatillazos debido a sus borracheras.
Como sigan así de guarros, las cucarachas terminarán siendo las únicas hembras que pululen por el piso.
Percibo cierta suplantación de identidad. Nuestro querido anónimo habitual no hubiese dicho semejante estupidez.
Lamento no poder responder en condiciones al ínclito anónimo, pues el verbo "legitimizar" no aparece en el diccionario de la RAE, tan valorado en este blog.
En cualquier caso, a la vista del choque de civilizaciones que supone para el admirado lector la escala de valores del Piso Franco, no me queda más opción que, apesadumbradamente, sugerirle otras páginas web más acordes a sus inquietudes:
http://www.hola.com
http://www.cosmopolitan.es
http://www.elle.es/
Jacobino,
cierto es que podemos encontrar muchas similitudes entre Hank y los habitantes del piso franco, además de unas costumbres higiénicas relajadas y una sana (y agradecida, todo hay que decirlo) afición por el sexo oral:
1-Su tolerancia, y cuando no franca reivindicación, hacia la embriaguez. (He perdido la cuenta de las borracheras cogidas desde q os conozco)
2-Ese recurso a la provocación, que a veces cae en lo adolescente, por los mismos motivos por los que resulta irritante para el lector conservador, siendo consciente que sus palabras irritan al más burgués. (A tus post me remito)
3-El frecuente recurso al desenfreno y una absoluta apología del mismo. Lo curioso es que ese desenfreno, le hace aparecer otras veces inexplicablemente asociado a la ternura.
Sátiro:
Es normal que Hank caiga mal a muchos lectores: es un tipejo asocial, probablemente un ser inmaduro y un degenerado, con seguridad un mal ejemplo. Sin embargo opino, por todo ello, que es el espejo en el que debemos mirarnos, el que nos devolverá la imagen más humana, menos mentirosa de nosotros mismos.
De hecho, y sin que sirva de precedente, firmaré bajo otro pseudónimo, con la única razón de desmarcarme de los comentarios de ese suplantador de roles en este espacio.
Cierto es que es obligación moral del que adopte ese papel (el de Anónimo) el hacer leña del árbol caído, e incluso acercarse, siempre que sea posible, a la humillación gratuita de los pobladores del piso franco. Pero es que ese personajo se ha pasado por las gónadas cualquier tipo de valores e idiosincrasia correspondientes a unos auténticos borrachuzos hedonistas (lo único que me une a los habitantes del franco).
En primer lugar: lo primero es emborracharse.
En segundo: la resaca hay que pasarla tranquilamente, sin sobreesfuerzos. Compatibilizar resacón y trabajos no obligatorios y/o no remunerados, aparte de doloroso, es de gilipollas.
Tercero: salvo causa mayor para detener la espiral (de alcohol, tabaco, y alguna sustancia adicional ocasionalmente), las actividades de recogida e higienización de instalaciones y enseres que redunden más allá de lo que sea estrictamente necesario emplear en cada momento, son incompatibles con el punto segundo.
Cuarto: si dentro de esta espiral se puede incluir el folleteo (trabajo, sí, pero con las mejores recompensas), lo ideal es que las labores de higienización sean las justas y ceñidas a lo personal. Si la actividad de acople sexual requiriere de mayores esfuerzos desinfectantes, habría que replantearse el punto 1, lo que produciría un error en cascada (sobretodo si como resultado del replanteamiento no se accede a implementar las tareas extraordinarias de limpieza) y podría hacer peligrar todo el equilibrado sistema de valores.
Cuando el resultado del replanteamiento sea que el folleteo pase a ser eximiente en el tercer punto (y por tanto se provoquen momentos de abandono de la espiral), y ante el peligro de cronificación de la ruptura de los hábitos, la obligación moral del resto es la de putear y mostrar al afectado las bondades de la melopea para hacerle volver al camino.
Eso es lo que se me ocurre así a grosso modo y por perder el tiempo en lugar de estudiar. Lo que venía a querer decir es que comparto la idea de que la insalubridad de un hogar no es algo que deba justificarse, si no más bien lo contrario (desconfiaría de quien lo tiene con aromas a limpiadores), y que si encima se puede follar sin tener que venderse a la tontuna cuasi prematrimonial de la higiene, pues bienvenido sea.
ale, me ha quedao que ni a fidel castro. A cascarla.
Puestos a hacerse auto-bombo (self-marketing para los inconsistentes), propongo como solución más sencilla, este post:
"Alegres jovenzuelos comen coños a mozas liberadas (o por liberar). Satisfacción garantizada".
... y hale, a verlas venir.
Siempre he abogado por la simplicidad, de manera que para conseguir el resultado deseado, quizá entrar en justificaciones banales sobre lo fantastico que el abandono higiénico, puede dañar la consecución del objetivo final al despertar sospechas de indeseables venereas al acecho.
Cuidense.
Es hermoso que lo que genere más debate sea la relación inversamente proporcional de higiene y sexo oral. Siento que el mundo funciona como un reloj suizo.
Publicar un comentario