Una apasionada lucha contra la contaminación discursiva
El silencio se ha apoderado del Piso Franco. No es que no tengamos nada que decir, al menos, comparado con la literatura acumulada. El Piso Franco es un estado de ánimo de irrefrenable excitación(en todos los aspectos de la palabra) que nos obliga a compartir una arbitraria muestra de nuestras banales inquietudes y la serena rutina de estos días invita poco a la expansión cibernética. Sea el invierno o el delicado placer de saborear esta intimista rutina, está claro que será un no sé qué pasajero, no sé si como el mañana que anunciaba don Antonio Machado, pero efimero, igualmente.
No obstante, con el fin de prevenir una indeseable atrofia, me debo a mi, tal vez inexistente, público, de tal forma que hago de tripas corazón y me consagro a mi compromiso con la red.
Con todo, ruego que no se me estigmatice por caer vilmente en este perverso vicio de mancillar con ruido innecesario el escaso bien que es el silencio. Lo asumo. De hecho, soy el primero en denunciar y aprovecho la oportunidad que me brinda este foro para hacerlo públicamente, este perverso vicio(mucho más despreciable que la adicción al pegamento o las anfetas), máxime cuando viene motivado por el aún más depravado y aborrecible de la vanidad incontenible que lleva al insustancial a llenar el maltrecho silencio con el vano ruido que emana de su boca, estupefacto de oirse su aterciopelada voz, mortifica al común de los mortales con interminables circunloquios que llevan irreversiblemente a la nada.
Quiero infundir en el corazón de las personas sensibles la irrenunciable idea de que, la peña, cuando no tiene nada qué decir, más bella luce calladita. Ahora está muy en boga el tema de la contaminación acústica (reivindicación que tiende a la más denunciable de las imposiciones y que, descuidad, no tardaremos en tratar), pero yo creo que urge muchísimo más, por eso de la salud pública, atajar, en la medida de lo posible, la más perjudicial contaminación discursiva.
Permitidme la grosería (que las disfruto, ¡caramba!), pero si bien tiene que ser harto desagradable que te eyaculen en la cara, una eyaculación de Ego, como la que demasiados nos tienen a bien aplicar, resulta mucho más envilecedora y entiendo que la única forma de restituir el equilibrio de los humores es asesinando al degenerado que carece de los más elementales principios de civismo.
Así que ya sabe el común de los mortales. Cuando un suegro o, dios sabe quién, empieza a engolar su voz y lanzar diatrivas insustanciales y eternas cuenta con nuestro más sincero respaldo para darle una sonora colleja. De hecho, nos comprometemos para darle asesoría legal siempre y cuando no nos cueste ni un duro y no nos dé nada de trabajo.
1 comentario:
se nota ke eres republicano, bastardo!
aprende del rey y se "campechano", ke os poneis pedantes a escribir y no hay kien se lea más de 2 arti culos del tirón, tios cansaos
Uno de madriz ke compartía tu pedanteria en la buskeda de bares de tapas (ke aki aun existen)
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