Tiempo de setas
Llueve a cántaros en Barcelona. El otoño anuncia su llegada paulatinamente, asentándose poco a poco en la metereología y, así, en nuestras vidas. El ciclo anual se va estableciendo inexorablemente con una ortodoxia propia de libros de texto. Empezamos a lucir ropa de abrigo y dejando atrás los hábitos que cada año adquirimos en verano.
En el Piso Franco estamos espectantes. Aguardamos ansiosos, salivantes, que las lluvias hagan su normal efecto en el humus de los bosques cercanos y trufen la campiña mediterránea y, con ello, el mercado, de setas. Ya asoman los primeros ejemplares en las paradas a precios aberrantes. Nosotros, como buitres leonados, como seres secundarios de la cadena alimentaria del capitalismo, sobrevolamos en círculos, esperando que el mercado se sature de tan sabroso manjar y se sitúe a nuestro alcance económico. Como brokers del estómago, cual buitre leonado hambriento y paciente, nos abalanzaremos sobre tan deseado producto y nos daremos el festín anhelado, a base de salteado de morcilla. Celebraremos, así, el rito del equinocio descorchando un vinazo para acompañar tan suculento plato y daremos, de esta forma, por abierta la temporada gastronómica del frío.
Y que vengan los estofaditos.
1 comentario:
Os animo a que vayais al bosque a coger setas. Como dijo un bufón esa es la esencia del catalán ir al terreno ajeno y robarle.
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