la frase del momento

"¿No es la cerveza la bebida de la sinceridad, el filtro que disuelve toda hipocresía, toda la comedia de los buenos modales, e incita a sus aficionados a orinar sin pudor y engordar con despreocupación?"

M. Kundera


lunes, 31 de diciembre de 2007

Año nuevo: formas y motivos de celebración

No sé si será porque voy por la vida de incorregible iconoclasta, pero el caso es que repudio la celebración y muestras de júbilo por un acontecimiento tan banal y rutinario como es el cambio de dígito en el calendario, como si comportase un verdadero cambio en nuestras vidas que contemplar. Siempre recordaré, no sé si de forma traumática, la ansiedad paterna por el retraso en la cena que no nos permitiera admirar con toda su solemnidad ese inolvidable momento en el que se cierra un ciclo anual y se pasa de nuevo a 1 de enero. Todos expectantes ante ese inasible instante en el que se pasa de las 23:59 a las 00:00 -suceso que se da todos los días del año-, y tras ese extraordinario fenómeno, me azotaba una poderosa decepción: tanta expectación y todo seguía exactamente igual.

Ante tamaña expectación, a uno le cabía esperar un cambio radical como el que se sugiere para el lejano 476 d.c. cuando el hérulo Odoacro tuvo a bien devolverle las insignias imperiales al emperador Zenón, acontecimiento con el que se tiende a dar por finiquitado el Imperio Romano y se nos abre a la sugestiva imaginación la lúgubre y romántica edad media. Luego uno descubre que el cambio no fue para tanto, que las transformaciones eran constantes y venían de lejos y que la legitimidad del poder en Italia todavía residía en bases romanas e imperiales. De hecho, el Imperio Romano no cayó efectivamente hasta que los turcos se instalaron en Constantinopla en 1453, prácticamente 1000 años después, fechas en las que las que ya ubicamos el cambio a la edad moderna. Y es que las verdaderas revoluciones no vienen por un repentino asalto a los palacios de invierno, sino que son producto de transformaciones lentas. Y eso, para alguien que se ha dejado seducir por la mística de la revolución, es duro.

Si a todo esto le sumamos la abominable programación de TVE tras las campanadas, es normal que se instalase en mi tierno corazoncillo infantil cierta reserva a esta celebración. Máxime cuando uno comprende, como ya hemos aclarado en algún otro momento, que lo importante son las ganas de celebración y no el motivo en sí. De esta forma, cuando uno acude al bar habitual, o a cualquiera, en esta señalada fecha y comprueba el gentío que hay y los precios que tienen intención de cobrarte por el burbujeante gintonic de siempre, se pierden las ganas de celebración que se pudieran albergar. Por este motivo, voy a aprovechar mi soledad en el Piso Franco para dedicarme, mientras el resto de los españoles optan por la ingesta de doce exactas uvas, a darle un buen limpie al Piso Franco, que, como los habituales sabrán, buena falta le hace. Quizá muchos entiendan que es la mejor forma de dar inicio al nuevo año. Pasen una feliz resaca.

martes, 25 de diciembre de 2007

Feliz aniversario

Amigas, amigos, compañeras, compañeros, discípulas, discípulos, acólitas y acólitos varios:

En estas frías fechas de horrible fiesta pagana salpicada de confesionalismo y disfrazada, en patética desvergüenza consumista, nuevamente, de paganismo... En estas fechas, decía, los indecentes inquilinos del piso franco, en la armoniosa compañía de nuestros ínclitos visitantes, celebramos el primer aniversario de esta pequeña ventana al mundo que ofrece internet.

En efecto, hoy hace un año se inauguró este sparring verborreico y, con él, la doctrina filosófica del cortoplacismo que, pese a no acumular un gran corpus teórico (por ahora), podemos afirmar con orgullo que ha avanzado a pasos agigantados en su praxis, a través de nuestros trabajos de campo.

Sería menester homenajear a continuación a todos aquellos conocidos, aconocidos y desconocidos que habéis dignificado este espacio con vuestros comentarios (bueno, algunos lo han ensuciado más que otra cosa, pero queda feo decirlo...) y, muy especialmente, a aquellos (y aquellas, como manda el correctismo patético) que nos habéis acompañado en nuestras epopeyas hedonistas.

Desdichadamente, no dispongo en estos momentos del adorado etílico, por lo que no os voy a poder homenajear. Sugiero, en cambio, propongo y recomiendo a la concurrencia que os acerquéis al Piso Franco con dignos cargamentos de la susodicha sustancia (y otras que podáis imaginar).

Pisofranqueñas y pisofranqueños,
disfrutad del momento, que igual mañana se acaba!

viernes, 21 de diciembre de 2007

La tragedia de la descolonización

La descolonización, especialmente en África, ha sido y sigue siendo una tragedia. Fue, desde luego, un gran hito del siglo XX, pero ha resultado, sin lugar a dudas, una ocasión desaprovechada. La colonización fue, evidentemente, una enorme injusticia basada en la desigualdad y el sometimiento que generó una gran explotación del hombre por el hombre. Ahora bien, la descolonización política que se dio en el tercer cuarto del siglo XX no sirvió para revertir esa situación, sino para acentuarla. Especialmente cuando la riqueza de un país reside en sus recursos naturales, resulta imperativo un poder público fuerte que garantice el imperio de la ley para que no impere la impunidad y la ley del más fuerte que la voracidad por unos recursos lucrativos puede hacer que resulten realmente lacerantes.

Este es el paradigmático y dramático caso del antiguo Zaire, inmerso en una continua guerra civil que, como es bien sabido, no es más que una guerra por los recursos ante un Estado apenas existente. No cabe duda que, en este caso, el estado colonial belga tenía que desaparecer, pero para ello bastaba el reconocimiento de la igualdad jurídica de los congoleños con los belgas y la consecuente extensión de los derechos sociales. Sin duda, la constitución de una República independiente daba satisfacción a las ansias de dignidad congoleña y libraba a los belgas de una compleja responsabilidad, pero exponía a los congoleños a una enorme indefensión ante unas redes comerciales ya establecidas poderosas y sin control. Y en esas estamos, o más bien, están los congoleños, sin vislumbrar una solución próxima. Una putada.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Crónica de un fracaso

Culinario, en este caso. Una tarde perdida hirviendo judías, para que al final se me quemaran. Podría resultar simbólico, pero de un simbolismo tan trágico y estúpido que no encuentro referente. Cinco horas con fuego a todo brío, para unos fréjoles recalcitrantes que con cinco horas de ebullición no han dejado de estar duros. Y un instante de distracción, embelesado en banal lectura, ha sido suficiente para que se consumiera ridículamente el agua, se quemara el invento, y redujera aún más al absurdo una tarde desperdiciada, en la que desprecié una anhelada siesta y que, finalmente, se ha demostrado que hubiera sido más fructífera. El Piso Franco está inundado de un penetrante olor a chamusquina que yo mismo voy desperdigando a medida que me desplazo, mientras ando con semblante resignado, trágica y patéticamente resignado. Son solamente unas judías, a penas una tarde, únicamente mi vida.

sábado, 15 de diciembre de 2007

De la lectura de Gibbon

Ando gozosamente entregado a la lectura del clásico Decline and Fall of Roman Empire de Edward Gibbon. No me he podido resistir a compartir con la inmensidad de la red este preciso fragmento sobre el talante del mundo antiguo que tan instructivo es para nuestro tiempo como, sin duda, lo era para los tiempos de la ilustración del bueno de Gibbon:

Tan afable era el talante de la antigüedad que, en su adoración religiosa, las naciones se mostraban menos atentas a las diferencias que a las semejanzas. Los griegos, los romanos y los bárbaros, cuando se encontraban ante sus respectivos altares, se convencían con facilidad de que, bajo los diversos nombres y las distintas ceremonias, adoraban a las mismas deidades.

Qué decir de la obcecada necesidad de diferenciación de la que disponen gran parte de nuestros coetáneos a partir de elementos que son comprendidos como sustanciales cuando son, en el mejor de los casos, accesorios y circunstanciales. Con ellos, tratan de esconder las grandes semejanzas de los seres humanos y someter al individuo reduciéndolo en categorías inmutables que, de hecho, no son más que el mero producto de la Historia y, por ende, casuales y cambiantes. Se distorsiona, de esta manera, el principio de pluralidad, alejándolo de su matriz, la libertad, para convertirlo en reducto del tradicionalismo reaccionario.

Gibbon se refería a la religión, pero en nuestro tiempo, se le ha sumado en su función de opio del pueblo una idea totalitaria de la identidad y la cultura. Sobre esta capacidad, el erudito inglés -aunque se consideraba a sí mismo ciudadano del mundo- también nos brindó una elegante afirmación:

En cuanto a los distintos tipos de culto que prevalecían en el mundo romano, el pueblo los consideraba igualmente ciertos; el filósofo, igualmente falsos, y el magistrado, igualmente útiles, de modo que la tolerancia produjo no sólo indulgencia mutua, sino incluso concordia religiosa.

Qué decir de la intolerancia religiosa de nuestros días. En fin, seguiré con la lectura.

jueves, 13 de diciembre de 2007

La Constitución Boliviana como obra poética

Artículo 1 Bolivia se constituye en un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, autonómico y descentralizado, independiente, soberano, democrático e intercultural. Se funda en la pluralidad y el pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico, dentro del proceso integrador del país.

Los ciudadanos bolivianos se ven inmersos en un convulso proceso constituyente de impredecible conclusión. Por el momento se maneja un texto que, cuanto menos, brinda unas calidades literarias extraordinarias. Haría, sin lugar a dudas, las delicias de Góngora con su lenguaje alambicado lleno de sutilezas y giros audaces que, ciertamente, ofrecen un verdadero reto para el intelecto. Ahora bien, el prurito esteticista con los conceptos del culteranismo puede ser del gusto poético de algún aficionado al barroco, pero de cara a redactar una constitución puede, en mejor de los casos, generar una confusión paralizante. Una constitución útil, como sin duda desean los constituyentes bolivianos, necesita, ante todo, claridad, para evitar equívocos.

Así pues, a modo de ejemplo, el oxímoron es, desde luego, un recurso literario exquisito y estimulante que le puede ofrecer a una composición lírica una riqueza evocadora considerable, pero una constitución no es un género literario que deba sugerir al espíritu, ni gozar de una amplitud evocadora sino que debe establecer los parámetros precisos que rigen al Estado. Y es que los poetas no pueden ser buenos legisladores, de hecho pueden llegar a ser pésimos legisladores, porque la justicia poética se aleja bastante de la justicia política.

En definitiva, a la hora de llevar a cabo la redacción de un texto constituyente, se tiende en demasiadas ocasiones a confundirlo con una obra poética e incluso litúrgica. Tampoco se debe caer en el error de convertirlo en una descripción de la sociedad a la que responde o una plasmación de los anhelos políticos -o de cualquier índole-, por muy loables, nobles o representativos que sean. En todos estos vicios - y en alguno más que si hay espacio me detendré- han caído los constituyentes bolivianos. Demasiados compromisos, que diría un profesor mío, por parte de los redactores.

Una constitución es algo mucho más prosaico, humilde y limitado. No es más que la norma básica que constituye al Estado y le dota de unos principios de funcionamiento. Cuanto más sencillo y claro mejor, no cabe duda, lo cual no quita que deba atinar en unos principios básicos, pero que permitan un mínimo de flexibilidad a la hora de desarrollar políticas. No se debe pretender, por consiguiente, que resulte una panacea que corrija todos los desbarajustes de una sociedad de un plumazo. Vicio muy habitual en la idealización liberal que ha imperado tradicionalmente en la América Hispana. Debe ser la base, ni más ni menos, para construir un Estado que pueda trabajar en tantos objetivos necesarios, pero siempre el quid de la cuestión está en desarrollar, ahora bien, entre pitos y flautas, todo apunta que los bolivianos van a tener que ser testigos de una nueva legislatura desperdiciada, cuando, realmente, una constitución no debe mucho más que establecer un Estado social de derecho, para lo cual, no nos vayamos a engañar, no se requiere demasiada originalidad, se podría elaborar una constitución modelo para todos los países.

Otro día continuaremos dándole vueltas a eso de "plurinacional", "pluricultural" y demás
hermosos conceptos.

martes, 4 de diciembre de 2007

El triunfo de Baco


Siempre hay motivos de celebración, porque, como es bien sabido, lo importante no es el motivo, sino la celebración, o más bien, las ganas de celebrar. En nuestro caso, tras un año de apoteosis hedonista en el Piso Franco, se imponía una celebración a la altura de la efeméride, por ello, nada mejor que consagrarse a los excesos etílicos, honrando la memoria de Dionisos, en sublime hermandad con entusiasta libación del siempre sagrado vino -por qué no del Penedés-, dejándonos llevar por una improvisada bacanal.

Así pues, en el Piso Franco, como no podía ser de otra manera, ha triunfado gloriosamente en todo su esplendor Baco, a través del rito mistérico que inesperadamente se consumó, no sé si solemnemente, y que, al final de cuentas, sirvió para la introducción de un catecúmeno. Otros ritos abogan lúcidamente por el cordero o el pan y el vino, pero también se puede comulgar, por ejemplo, con Gintonic o lo que buenamente te pida el cuerpo.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Razones para la alergia a la supuesta memoria colectiva

Por 15 céntimos de peseta, razones por las que es una burrada el concepto de memoria colectiva, según la definición que adjuntamos:

La memoria colectiva es la memoria de los miembros de un grupo que reconstruyen el pasado a partir de sus intereses y del marco de referencias presentes. Esta memoria colectiva asegura la identidad, la naturaleza y el valor de un grupo. Además es normativa, porque es como una lección a transmitir sobre los comportamientos prescriptos del grupo.
(Maurice Halbwachs, Les cadres sociaux de la memoire, París, P.U.F.).

Por ejemplo, porque no se comparten los cerebros, para lo bueno y para lo malo, de tal forma que la memoria es una cualidad individual de almacenar las experiencias de la vida de cada uno.

Un, dos, tres, responda otra vez.

martes, 30 de octubre de 2007

Ejercicios ascéticos cortoplacistas a través de la vagancia

No sé si será por el otoño, por algún desequilibrio físico, -bien sea falta de potasio, carencias venéreas o exceso de humo- o por las secuelas de una depresión post-vacacional mal curada, pero la verdad es que acarreo una pereza monumental que me impide afrontar cualquier actividad con un mínimo de expectativas. Todo se me antoja insondable e inabarcable, todo me resulta banal, de tal forma que me dejo llevar por la apatía y encuentro -ya de por sí, una gran propensión mía- que desperdicio el tiempo de una forma obscena. Tanta desidia representa un vicio depravado que, desde una óptica cortoplacista, se debe combatir.

No resulta extraño confundir la pereza con la vagancia. Pero a pesar de que, ciertamente, comparten campo semántico, son conceptos radicalmente diferentes. La vagancia, de todas todas, es una emoción positiva, una optimización en lo confortable y en lo inmediato. Una suerte de meditación hedonista y material que consiste en gozar con lo mínimo, para centrarse en el ser de uno mismo, no renunciando a los estímulos sensibles, sino a través de ellos, a través del minimalismo elemental de la vagancia, logrando una perfecta sintonía entre los sentidos y la mente, relegando lo verdaderamente accesorio de nuestro ser. Hay antecedentes del cortoplacismo al respecto: il dolce fer niente o el Hori Abso. A través de estos momentos de sublimación es frecuente lograr la armonia de la mente y la excelencia de la conversación.

No cabe duda que la vagancia es un estado de perfección cortoplacista. Por contra, la pereza es una degeneración, un vicio, -como decíamos, depravado- en el que es fácil caer si no se sabe canalizarse hacia la vagancia. Es el desdén, la apatía, la falta de ganas de disfrutar cualquiera de los múltiples estímulos que se nos presentan, proyectando su lado negativo en la mente, regodeandose en ello. Recordemos, un sujeto está vago, mientras que un objeto da pereza a un sujeto. Es, pues, a parte de una experiencia pasiva, es negativa y, en definitiva, no se goza en tal situación.

De esta forma, la sana actitud cortoplacista no es regodearse en la pereza, no se trata de proyectar la acción indeseable en la mente mientras se procura reunir fuerzas para encararla, sino se trata de no dejarse llevar por inercias viciosas y envilecedoras de este tipo, para poderse consagrar en la sana y edificante vagancia y encontrar, de este modo, el equilibrio de la mente.

Por consiguiente- y que me perdone Felipe-, voy a tratar de hallar el equilibrio de mis humores rascándome gozosamente la tripa en el sofá.

sábado, 13 de octubre de 2007

CULTURA, INDIVIDUO E IDENTIDAD

El multiculturalismo, palabrejo de moda, parte de una premisa errónea. Considera que la humanidad se divide en diferentes construcciones culturales, a modo de departamentos estancos e inalterables. Pero no hay diferentes culturas finitas, sino una, la humana, o infinitas, tantas como manifestaciones culturales. Cultura es uno de los conceptos más confundidos, deformados y, en definitiva, manipulados de los que se airean habitualmente. Cultura no es más, ni menos, que los comportamientos que adquirimos. Así, a modo de ejemplo, si bien el sexo no es un elemento cultural, sí lo es el significado que le damos y la forma de practicarlo. Consecuentemente, es realmente inviable hacer un sumario de culturas. Pero no sólo eso, carece de sentido realizarlo, porque, para disgusto de esencialistas varios, si algo caracteriza a la cultura es precisamente su ductibilidad. La cultura ha sido una respuesta evolutiva de gran éxito porque permite una más ágil adaptación al medio. La cultura permite, pues, el cambio y si algo la define, de hecho, es su alterabilidad, conjuntamente a su capacidad de ser difundida. De esta forma, resulta un total sinsentido parapetarse en el determinismo cultural del individuo como sugiere la tendencia multiculturalista.


La principal fuente del multiculturalismo es el particularismo histórico de Franz Boas, que fue una reacción al etnocentrismo del evolucionismo antropológico decimonónico. Boas entendió que cada manifestación cultural, lejos de pervivencias y arcaísmos, parte de un significado que nada tiene que ver con el que se diera desde una construcción cultural distinta. De tal premisa, se infirió que cada construcción cultural -cada Cultura en mayúsculas- tenía un sentido ahistórico coherente per se. De ahí emanan los posicionamientos multiculturalistas en los que se habla de la convivencia entre culturas, cayendo, como tantos, en el vicio esencialista de no concebir que quien convive son las personas, no las culturas. Las culturas coinciden según el uso que le den las personas, según la conveniencia que le otorguen a cada una de ellas. Así, se tiende a renunciar a las hachas de sílex y depende para qué se prefiere el láser.


La cuestión está en que, vicios de la sinécdoque, se tiende a confundir la cultura con la identidad. Porque cuando se apela al multiculturalismo acostumbra a ser ante polémicas axiológicas generadas por elementos identitarios exógenos. Los elementos identitarios son, efectivamente, manifestaciones culturales. Pero, precisamente, por ello, no es algo inmutable, sino más bien adquirido. La identidad, por mucho que clamen sus paladines, no entra en el campo de las esencias colectivas, sino más bien de los derechos individuales. Y en democracia, sin asomo de duda, los derechos individuales entran en el campo de la igualdad.


Todo este rollazo viene a colación con la polémica que genera el uso del hiyab, o pañoleta islámica, en una sociedad más o menos laica, como la nuestra. A ese pedazo de tela que gustan lucir las musulmanas devotas se le están dando diferentes significados culturales. Los prohibicionistas tienden a alegar que es un símbolo de la sumisión de la mujer mientras que sus contrarios lo consideran una muestra de su opción religiosa. Entiendo que los significados son irrelevantes, a pesar de que, como materialista y hedonista, yo cargaría más las tintas. De hecho, quien ha de establecer el significado de llevar cubierto el cabello no es ni el centro educativo ni los progenitores de la criatura, sino es ella misma la que ha de valorar si esa prenda es una muestra de sus sentimientos más íntimos, una marca de represión o una antigualla fea e incómoda.



El problema reside en que alguien considere que sus decisiones religiosas estén por encima de la ley o que, despreciando la igualdad, juzgue que sus íntimos planteamientos merecen privilegios. Resulta una injusticia valorar en una sociedad democrática una opción personal más trascendente que otra, es decir, no es oportuno conceder privilegios a unos elementos identitarios sobre otros. De hecho, resulta una osadía, una discriminación y una falta de respeto en democracia pretender más íntimo o profundo el islam o el cristianismo que el heavy, los trekkies o los adoradores de El Sátiro de El Raval. Así, las autoridades públicas son las que les toca establecer, siguiendo principios racionales, cuándo el derecho a la propia identidad o imagen choca con las necesidades de la vida en sociedad o, sencillamente, la ley.


Lo dicho no quiere decir que nuestro sistema democrático no sea imperfecto, concretamente, en la cuestión religiosa y que, por lo tanto, los musulmanes no puedan reclamar un trato de igualdad por parte de las instituciones públicas. Ciertamente, la iglesia católica dispone de privilegios. Por poner un ejemplo, las festividades religiosas asumidas como oficiales. Nada tienen que celebrar los protestantes, los musulmanes y los ateos en la semana santa, el 15 de agosto o el 8 de diciembre, por poner tres ejemplos, mientras que los mahometanos agradecerían poder gozar de facilidades para el ramadán.

jueves, 11 de octubre de 2007

Tiempo de setas

Llueve a cántaros en Barcelona. El otoño anuncia su llegada paulatinamente, asentándose poco a poco en la metereología y, así, en nuestras vidas. El ciclo anual se va estableciendo inexorablemente con una ortodoxia propia de libros de texto. Empezamos a lucir ropa de abrigo y dejando atrás los hábitos que cada año adquirimos en verano.

En el Piso Franco estamos espectantes. Aguardamos ansiosos, salivantes, que las lluvias hagan su normal efecto en el humus de los bosques cercanos y trufen la campiña mediterránea y, con ello, el mercado, de setas. Ya asoman los primeros ejemplares en las paradas a precios aberrantes. Nosotros, como buitres leonados, como seres secundarios de la cadena alimentaria del capitalismo, sobrevolamos en círculos, esperando que el mercado se sature de tan sabroso manjar y se sitúe a nuestro alcance económico. Como brokers del estómago, cual buitre leonado hambriento y paciente, nos abalanzaremos sobre tan deseado producto y nos daremos el festín anhelado, a base de salteado de morcilla. Celebraremos, así, el rito del equinocio descorchando un vinazo para acompañar tan suculento plato y daremos, de esta forma, por abierta la temporada gastronómica del frío.

Y que vengan los estofaditos.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Del temido estrés

Juraría que la incógnita más difundida a lo largo y ancho de la red (y fuera de ella) es por qué millones de blogs están dedicados al anodino relato insufrible de las patéticas y banales vivencias de su autor.

No me cabe duda alguna de que la respuesta está más bien alejada del tema enunciado en el título de esta divagación y, de hecho, cuando tenga tiempo disertaré sobre lo peregrina que debe ser la vida de un habitual autor de blogs (sobre todo de los fotologs esos, que dan una grima que pa qué).

Sin embargo, el estudio estadístico (¡OH SÍ! ¡ESTADÍSTICO!) de la frecuencia de actualización de este blog arroja unos datos sobrecogedores. No es por afán competitivo, pero últimamente parece El Blog de Jacobino Irredento, y temo que las bibliotecas públicas de nuestro país se vean desbordadas por hordas de lectores en busca de diccionarios enciclopédicos.

Como no desearía caer en el estruendoso error de practicar aquello que denuncio y, por otra parte, no tengo tanto tiempo, me remitiré a la frialdad de los datos estadísticos de la última temporada:

Récords:

- Litronas de cerveza vacías sobre la mesa: 12 (más una botella de refresco de Cola que nadie recuerda cuanto tiempo lleva aquí)
- Días sin fregar el suelo: 180
- Horas con el mismo CD: el CD se engancha. Agradecemos donaciones para comprar un equipo nuevo.
- Comensales: 0
- Ceniceros rebosantes distribuidos por el hogar: 8

Medias:

- Precio por plato: ya no tenemos tiempo de calcularlo.
- Borracheras semanales: 7/persona
- Horas de trabajo semanales: 52/persona
- Fidelidad de los camellos: ¿eso qué era?
- Vida social: se detectan trazas.
- Entradas publicadas (últimos 6 meses): 0,08/día

Conclusiones:

Constatamos que las recomendaciones indicadas en el último estudio han sido ignoradas, vilpendiadas, humilladas y profanadas. Exigimos al Muy Honrado Consejo del Piso Franco que comparezca con carácter de urgencia para explicar la situación, caso contrario solicitaremos su inmediata dimisión. No descartamos pedir la intervención de la UE por flagrante violación de la Declaración Universal de los Derechos Inquilinos.

Fuente: CEEPF (Centro de Estudios Estadísticos del Piso Franco)

Ortega y Gasset, ese mediocre pensador

Nunca me ha dejado de llamar la atención cómo la Historia de la Filosofía, esa mitómana disciplina, tiende a sentir devoción por autores mediocres y moralmente miserables. A través de la tribuna que me brinda graciosamente el ciberespacio, ya he clamado como se merecía contra ese insufrible personaje que fue el tal Platón. Que la furia de El Sátiro del Raval se precipite sobre su recuerdo y las siete plagas de Egipto sobre su cabellera.

Últimamente he estado bailando con la abracadabrante La rebelión de las masas, obra cumbre de Ortega y Gasset, el más reconocido de los supuestos filósofos españoles, el cual mantiene su prestigio, como si su obra realmente hubiese tenido talla mundial y siguiese siendo vigente. Es realmente llamativo que un autor tan mediocre, obsoleto y moralmente deleznable no haya sido desacreditado públicamente y sepultado por la Historia como tantos otros cuya aportación a la Historia de la cultura y la filosofía ha sido, cuanto menos, dudosa.

Ortega fue un autor, para empezar, obsoleto e intrascendente, cuya mentalidad, representativa de los críticos años de entreguerra y su repunte autoritario, estaba totalmente moldeada por unos valores y unos principios coetáneos que a la sazón empezaban a resultar ya caducos y superados. Su obra rezuma los postulados del elitista y pretencioso novecentismo, gozando de una notable influencia de Nietzsche y Spengler, por no hablar de planteamientos antropológicos ya obsoletos por esas fechas, simplificaciones del evolucionismo decimonónico o de la historiografía hegeliana. Pero, más allá de la irrelevancia de sus aportaciones, molesta la simpleza de sus argumentos, siendo, como fue, un autor tan arrogante y tan celoso de la excelencia.

El concepto de masa, básico en su obra y central en el periodo de entreguerras, lo encara de una forma endeble y lamentablemente falaz. Lo contrapone a una exquisita elite que la define con una mera aspiración de distinción en oposición a una masa que Ortega desprecia por su postura acomodaticia y hedonista, juicio que, no cabe duda, merece la más feroz reprobación del Piso Franco. De hecho, sin atisbo de pudor, no repara en criticar el acceso de las masas a bienes, y placeres previamente exclusivos de, qué casualidad, las elites. Denuncia del que, sin duda, se siente elite.

Pero lo más sorprendente es que le atribuye a la masa, paradójicamente, una voluntad indómita y dominadora que, atiza, no acepta, para disgusto de Ortega, la sumisión respecto a la necesaria minoría, o con la terminología militar que gusta utilizar el ilustre pensador, de obediencia al mando irrenunciable por esa vaporosa elite. De hecho, el interfecto no se ahorra reivindicar a la aristocracia tradicional a la que juzga, ¡recorcholis!, legitimada por sus meritos a través, ni más ni menos, del derecho de conquista. Asombrosamente el personaje no da muestras de sonrojo al considerarse liberal, planteamiento político que describe, el tan adalid de la excelencia, como un simplón mero ejercicio de generosidad del fuerte sobre el débil, al que se le concede, graciosamente, la tolerancia de su existencia.

El discurso de este pájaro es, en definitiva, elitista y reaccionario, levantando enormes sospechas de esconder obscenas muestras de conciencia de clase del que se siente elite, supuestamente intelectual, a pesar de que el nivel de sus escritos, sin duda, no lo refleja por mucho que se lo .arrogue Ortega. De hecho,- vidas paralelas-, Platón también denunció los privilegios perdidos en la Atenas democrática, y para ello ideó una República regida por filósofos, es decir, por los que considera igual de excelsos que él.

No cabe duda, Ortega y Gasset merece el mismo desprecio que Platón, a pesar de que sus consecuencias fatales no son comparables a la del griego

martes, 25 de septiembre de 2007

El componente fascistoide de la higiene

Reconozco públicamente, con la misma vergüenza expresada por Günter Grass por su pasado nazi, que me he dejado llevar por la ira al encontrarme un nido de cucarachas en el eso donde se guardan los cuchillos y de un arrebato me he puesto a hacer limpieza- al fin, diréis muchos- en esa roñosa cocina. A golpe de higiene he ido exterminando, con minuciosa saña, todas las cucarachas que se me han puesto a tiro, con el deseo incontenible y no sé si inconfesable, de aniquilar a las cucarachas de la faz de mi cocina. Una furiosa pasión se ha adueñado de mi pecho. Sí, estaba fuera de mí.

Inmerso como estaba en esa lógica higiénica y purificadora, a medida que mis humores volvían a su habitual equilibrio, me he asustado al comprobar el ímpetu, el ardor guerrero que momentáneamente me ha invadido, asomando, de esta forma, el pequeño fascista que todos llevamos dentro. Entonces me he planteado el componente fascistoide de la higiene, esa ansia por limpiar, por dejar impecable, con su elemento estético, esa asepsia artificial, ese odio, ese acabar con la mierda, considerada portadora de todos los males, esa necesidad de sentirse dueño y dominador del espacio. Esa irreal lucha por un mundo imposible donde solo cabe tu pura higiene y que se de da de bruces con un mundo más plural, variopinto e incontrolable. ¿Dónde está la conviviencia con la mierda? ¿y con las cucarachas? ¿Por qué me atribuyo esa cocina si esas inocentes cucarachas pasan más horas que yo, más parte de su vida que yo de la mía en ella?¿Por qué acabar con ellas si son pacíficas e incluso esquivas?¿Por qué ese reguero de cadáveres de cucaracha? Me miro el bote de cucal, me vienen a la cabeza símiles sencillos y me pregunto qué me hace pensar que soy mejor que ellas.

Es difícil mantener un hogar habitable y no experimentar poderosos debates morales. Si a ello le sumamos lo agotador de la actividad, espero que la humanidad comprenda en silencio el estado cochambroso del Piso Franco.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Ejemplo de populismo

Para desgracia de los simpatizantes socialistas y ciudadanos españoles en general, aunque para regocijo, tal vez, de estudiosos de ciencias políticas, el gobierno de Rodríguez Zapatero nos está ofreciendo un último año de legislatura de populismo ejemplar, clásico, ortodoxo, de manual, como quien dice. Ante la inminente contienda electoral que nos tiene preparada la cruel agenda política de este país, las mentes pensantes del PSOE han detectado los puntos en los que entienden que cojea su propuesta para las urnas y se han puesto manos a la obra. Ni cortos ni perezosos han confiado en el decálogo del buen populista para alcanzar su objetivo, su triunfo.

Así pues, como si estuviésemos en las rebajas legislativas, nos ofrece una batería de promociones fin de campaña, agresivas ofertas sobre las cuestiones más sensibles para la opinión pública, el AVE para navidades, suculentos descuentos en materia de vivienda que, como la mayoría de ofertas reclamo llamativas son, siendo benévolos, de dudosa solvencia. Se trata, como vemos, al elector como consumidor electoral, susceptible de ser seducido de la forma más burda, lejos, muy lejos, del responsable miembro de la comunidad política que uno se esperaría de un verdadero socialista. En definitiva, el PSOE renuncia sin complejos a ejercer de partido político y se contenta, banalizando todo lo que puede la política, con ejercer de distribuidor grandilocuente de recursos, cual perfecto populista. Luego se sorprenden, o no, de la abstención, toda una rebelión de las masas y no lo que sugiere Ortega (se masca un post sobre Ortega Gasset, muchachos, estáis advertidos).

Pero no se queda aquí el perfectamente ortodoxo populismo del, snif, PSOE. No han dudado en presentarnos la imagen de un líder mesiánico benefactor, iluminado de gracia para su pueblo. De qué si no, nos iba a presentar el Presidente del Gobierno, en el ejercicio de estas funciones, en pleno debate sobre el Estado de la Nación, su vistosa propuesta de los 2500€ por hijo, propuesta populista en el fondo y la forma donde las haya. No cabe duda de que no era el lugar ni el modo de presentar una propuesta política. Resulta obscena la utilización de esta propuesta como ardid en el debate para salir airoso y aprovechar la relevancia mediática del momento. Resulta denigrante la escenificación del benefactor que concede discrecionalmente dádivas a su sufrido pueblo. ¿Dónde está el debate público?¿dónde está la plasmación de la medida en el proyecto político del PSOE de su programa electoral?¿dónde está el calendario político que marcaba la propuesta en la legislatura? Nuevamente, queda el ciudadano como espectador pasivo de los cálculos partidistas de nuestras autoridades políticas.

El Presidente del Gobierno ha seguido desde entonces trabajando su imagen de líder iluminado. Recientemente, sin atisbo de rubor, nos explicaba, conmoviendo el corazón de todos los españoles, cómo decidió personalmente, mientras viajaba por las vastas tierras patrias, en un momento de inspiración, unificar la marca de Gobierno de España, para mayor satisfacción de su electorado deseoso de algún guiño centrípeto, por banal que resulte. Sin ningún pudor, pues, se personaliza al máximo el gobierno y sus decisiones, ninguneando su propio proyecto y equipo político, encomendándose en la medida de lo posible, al ámbito emocional. Leíamos recientemente también cómo justificaba su política terrorista con sus propias entrañas. Nuevamente, nos tenía José Luis a los españoles conmovidos. Como buen populista había sabido dirigir la cuestión a los sentimientos, en perjuicio, claro está, de su perfil de estadista, bello palabro.

lunes, 27 de agosto de 2007

blasfemia contra el cortoplacismo y la Furia incontenible de El Sátiro del Raval

Ya hemos clamado con la moderación pertinente sobre los perversos vicios del vano idealismo platónico. Con todo, en el caso del amor platónico podía llegar a ser algo inocuo o incluso venial, de hecho, puede no pasar de consuelo del desconsolado que ve inalcanzable el único y verdadero amor carnal, ya que la vida es muy dura y cruel, consagrándose, si no ejercitándose, en las artes de la lírica que, según dicen (yo, desgraciadamente, no lo he comprobado, cuando he recurrido a esas ardides me he llevado un contundente rechazo), pueden resultar efectivas para futuras chances.

Pero hay otras suertes de idealismo realmente perniciosas. Si bien el amor platónico tiene una base material, es decir, real, hay otros que se centran en elementos sin fundamento, un híbrido de la mente monstruoso, una especie de hidra de la conciencia que a golpe de cultura, algunos desgraciados seres humanos han generado en su mente, o más bien, se ha instalado en su mente, como parásito destructor (seguro que existe término biológico que vaya pintiparado, pero no voy a documentarme para saciar mi pedantería, no sufráis) que prácticamente la substituye.

Si bien el estúpido amoroso idealista puede llegar a ser devastador, sólo hay que abrir la sección de sucesos cualquier día para confirmar tan dramática circunstancia, el idealista abstracto(suena redundante, eh) en situaciones no tan extremas, tiene una capacidad de degeneración mucho mayor, ya que tiene una vocación gregaria enorme y un cuerpo teórico legitimado que anula al individuo y lo hace esclavo de una serie de elementos totalmente ajenos a la vida y sus verdaderos placeres sensibles.

Así, el idealista abstracto vive sin vivir en sí por cuestiones etéreas, irreales, absurdas. Hoy, sin ir más lejos, hemos podido constatar esta asombrosa circunstancia. Leíamos hoy en el, lamentablemente pagado por todos los catalanes, diario Avui, el alucinante, desconcertante, artículo de opinión de, por lo que nos han comentado, su director, en el que manifiesta su ansia, literal, de chute de identidad. Cuánta degeneración. Su dosis se fundamentaba, ni más ni menos, en la dudosa hazaña de que sonase el himno oficial catalán en un partido de un equipo de rugbi de Perpiñán, manifestando su total desinterés por el sin duda vibrante deporte. Inaceptable sandez que desprecia lo substancial y sobrevalora lo circunstancial.

http://www.avui.cat/article/opinio/4596/bany/didentitat.html

Sin duda, en su innegable sabiduría y su incuestionable ansia de justicia poética, el Sátiro del Raval se ha visto obligado a intervenir y, de forma simbólica, le ha evitado tan estúpida satisfacción con el retraso de la retransmisión por la publicidad, evitándole consumar tan impúdica pretensión.

Muchacho, empieza a redirigir tus deseos en cuestiones reales, universales, sensibles, y no en satisfacer tu Ego provinciano. Desde el Piso Franco nos tomamos la libertad de sugerir que te consagres a la degustación de suculentos manjares, a la libación de delicados caldos, al goce de libidinosos placeres, a la contemplación artística, al contacto con la naturaleza, en definitiva, a vivir. Te aseguro que es un buen consejo, sino, te verás abocado a la desazón que ilustra con clarividencia Pla y, además, por una esperanza vana y absurda.

lunes, 20 de agosto de 2007

La epifanía del sátiro del Raval

Entre cánticos dionisiacos, danzas voluptuosas y desenfreno etílico, celebramos hoy en el piso franco la llegada al mundo de nuestro mesías, nuestro paladín, nuestro guía espiritual. Un anticristo venido de nuestras peores resacas, de nuestras libidinosas pesadillas, de nuestros ínfimos momentos de lucidez.

El mundo no volverá a ser el mismo... y este blog tampoco. Fe de ello presta el escudo de armas del piso franco, visible en adelante en la cabecera de la web, tal como establece la ley de banderas 39/1981 acordada por el Muy Honrado Consejo del Piso Franco.

martes, 14 de agosto de 2007

Odios íntimos y personales

De vuelta a la detestada estadística, como un sino irrefrenable del que no puedo escapar, tras afrontada, prácticamente de forma milagrosa, mi también despreciada tesina. Cuando sea ya un recuerdo de momentos pasados, tendré a bien colgarla para goce del ciberespacio, para que quede como testigo inadvertido de mi sacrificio.

No puedo dejar de volver a los orígenes y cagarme solemnemente en esa depravada disciplina llamada estadística. Clamo, pues, nuevamente, mi odio irreconciliable a esta puta mierda.

Aprovecho, con todo, para incorporar a mi conocida animadversión el no menos merecido y contundente repudio a esa estupidez burocrática que constituye el perverso CAP. No quiero dejar de hacer llegar al mundo mi desprecio por los pedagogos, una de las más lamentables manifestaciones de los vicios del mundo académico. Sin duda, mejor hubiese sido para la humanidad que no hubieran existido nunca.

Nada más íntimo y sentido que un odio bien asentado. ¡Qué placer en la indignación!

martes, 24 de julio de 2007

El Autogobierno imprime carácter

Leemos hoy en el amarillista Periódico de Catalunya, sin lugar a dudas, el menos serio y profesional, que ya es decir, diario generalista de este país, la sensacionalista portada que tenemos el placer de adjuntar. La verdad es que resulta, cuanto menos, enternecedor el afán de esta mediocre publicación de ejercer in pectore de órgano del poder político de este país.

Ciertamente es de recibo que una publicación amarillista le dé una cobertura sensacionalista a semejante acontecimiento. Ahora bien, lo que resulta excepcional, o, desde luego, ilustrativo de la sociedad catalana, es la coincidencia de este medio con el discurso del poder político dominante. Acostumbrados a demagógicos discursos sobre balanzas fiscales por los guardianes del Autogobierno, el Periódico de Catalunya no pestañea al brindarnos un sesudo editorial en portada con todo lujo de grandilocuentes titulares e imágenes vistosas. Declara el Consejero de Industria de la Generalidad, Antoni Castells, que las empresas suministradoras han hecho "un esfuerzo inversor en los últimos años", pese a lo cual "es evidente que la red tiene un déficit de inversión en infraestructura", pero El Periódico de Catalunya no se debe a la prudencia institucional por lo que no se molesta con tibiezas.

Abandonada la vocación de informar, si es que existió algún día, tan prestigiosa publicación no vacila en alimentar los agravios comparativos territoriales con el, para ellos, incuestionable argumento de que Catalunya paga el 25% de la factura eléctrica española pero recibe el 15% del dinero destinado a mantener la red de distribución. Se agradece el titánico esfuerzo de la dirección de El Periódico de Catalunya de ahorrar a sus sufridos lectores las prolijas y, por supuesto, innecesarias circunstancias que han llevado a tan infeliz accidente para ofrecernos con meridiana claridad, para evitar dudas, la incuestionable causa del desaguisado. Se conoce que, conscientes de las múltiples preocupaciones de sus lectores, han tenido la amabilidad de ahorrarles el engorroso ejercicio de pensar, cuando están las causas subyacentes tan claras. Y es que el Autogobierno, al final de cuentas, imprime carácter.

Ayer tuvimos el inmenso placer de homenajear a El Jueves, publicación que, desde luego, sabe estar a la altura de las circunstancias. Es una revista satírica y como tal ha de ejercer. El Periódico de Catalunya, por contra, a pesar de revestirse de la seriedad de la prensa generalista, es una publicación ridícula, que ha desistido de su cometido supuesto de informar para hacer de burdo altavoz del poder político. Porque, amigos, la seriedad no reside en el rol que uno asuma, sino en saber acometer con lo que te toca. Por eso, se puede ser un bufón muy serio y, por otro lado, un ministro completamente ridículo e histriónico, de hecho, como tantos.

Todos somos El Jueves. ¡Viva El Jueves!


Merecido homenaje a la revista El Jueves. El Pisofranco se suma, como no podía ser de otra forma, a la espontánea oleada de solidaridad por toda España con El Jueves: El Honrado Consejo del Pisofranco nombra de urgencia, de hecho, ya se lo estaba buscando, persona non grata al Fiscal General del Estado por cretino contumaz. Ahora, impagable publicidad que le está ofreciendo a la publicación de marras.

jueves, 12 de julio de 2007

Gintonic en reducción

* Energía: 32,90 kcal
* Proteínas: 1,85 g
* H.C.: 4,25 g
* fibra: 0,00 g
* Ácidos grasos saturados: 0,00 g
* Ácidos grasos monoinsaturados: 0,00 g
* Ácidos grasos poliinsaturados: 0,00 g
* Colesterol: 0,00 mg
* Ca: 31,45 mg
* Fe: 0,00 mg
* Zn: 0,00 mg
* Vitamina A: 3,70 µg
* Vitamina C: 63,60 mg
* Ácido fólico: 11,10 µg




Por cortesía del Señor Sanz, que, al igual que toda una intelectual de la talla de la Barbie, lee la wikipedia, colgamos esta básica, a la par de elegante información. Con todo, nos aventuramos a ofrecer otra sugerencia de presentación que, a parte de resultar mucho más entrañable, es, sin lugar a dudas, mucho más acorde al piso franco.

Salud y gintonic.

jueves, 21 de junio de 2007

significados culturales y el sujeto de la Autoridad

Lo que son los significados culturales. Permitidme que comparta con la red estas etnocéntricas (a falta de mejor palabrejo a estas horazas de la madrugada) palabras de uno de mis queridos viajeros:

Estos indios son brutales en sus modos y costumbres; piden todo lo que ven en las manos del viajero sin siquiera hablar de retribución; al contrario, pretenden que sea una obligación de aquellos que los visitan, ofrecer regalos en compensación de haberles tolerado; tampoco piden disculpas o muestran vergüenza si se les sorprende robando y abriendo las cajas que les fueron encargadas para el transporte.

Todo un coronel del ejercito ecuatoriano como Vicente Bravo debería de ser más comprensivo con un comportamiento tan extensible a un agente de aduanas. Lo que pasa es que a esta gente sólo le concede un comportamiento más o menos servil. ¿Pero por qué se arroga él la Autoridad y no va a hacer el resto lo propio?

lunes, 11 de junio de 2007

El imperio del ¡Yo!

En este blog, creo, ya hemos aclarado que los peores vicios son los que no se consumen. Los vicios consumibles son substancias exógenas a las que recurrimos como consciente evasión y alteración de la realidad sensible. Más allá del componente epistemológico e incluso, para el que conciba semejante cosa, espiritual del asunto, hasta el más yonkie es consciente de los efectos que anhela y la fuente que se los proporciona. Es decir, no constituye parte de su conciencia, sino más bien, unas vacaciones de ella.


Por eso hay unos vicios más perversos que los que se consumen, vicios del comportamiento que se adhieren a la conciencia y se confunden con ésta, si es que no pasa a formar parte de ella. Son vicios, por ello, muy difíciles de combatir, no en balde hay toda una, digamos, ciencia, que se dedica a ello con resultados, no nos vayamos a engañar, desiguales. Estamos hablando de hábitos malsanos, malformaciones de la conciencia, que adquirimos de una forma más o menos inconsciente y que son una distorsión de la realidad y una fuente de insatisfacciones. Inseguridades, miedos, inhibiciones... Es muy amplia la lista de vicios que adquirimos sin saber muy bien por qué. Las limitaciones de la frágil mente humana, supongo.

Si bien son lamentables los vicios anteriormente enumerados, cuanto menos, generan algo de simpatía ante la muestra inherente de humildad de esos vicios, adquiridos ante la asunción, mal llevada, de ser uno más en esta jaula de grillos que es la Humanidad. Tiene efectos nocivos, pero qué coño, apenas afecta al que lo padece y no afecta en demasía a los demás, de hecho, como un pacífico consumidor de substancias psicotrópicas.

Porque, amigos, hay uno de estos vicios que es una de las mayores plagas de la humanidad, un vicio que permite al que lo practica convertir en mierda cuanto toca, como un Rey Midas del desastre. La egolatría, la vanidad y, en definitiva, las múltiples formas que adopta el Ego ante su propia insignificancia no asumida. Por ello, el vicioso busca ámbitos que dispone, más o menos a mano, en los que ocultarse su condición de forma miserable y mediocre a golpe de darse importancia, hasta , quién sabe, creerse, oh cielos, indispensable.

Los ámbitos son innumerables, tantos como espacios de interacción humana, pero los hay más sensibles a estos viciosos y, ante todo, más peligrosos. Paradigmático es el caso de la política. Marco de representación de la ciudadanía, espacio inmejorable para la extensión de las plumas de pavo real en celo. Créedme, sin ánimo de plagiar a Clemenceau, que también tenía lo suyo, la política es demasiado importante para dejársela a esta panda de viciosos incorregibles. Porque cuántos desmanes, cuántas complicaciones, cuántos fracasos por la incapacidad de llegar a algún entendimiento por una mera cuestión de necios Egos. Por no hablar de los inmensos disparates de algunos orates con poder y afán de perdurar.

Adictos compulsivos, en definitiva, que son toda una lacra para la sociedad, con mayor capacidad de degeneración moral que el yonki de la plaza, pobre, ya que desacreditan los mecanismos que mal que bien se le ha ido ocurriendo a la limitada Humanidad para el entendimiento común. Y esto, desengañaos, pasa con cualquier ideología. Lo que está claro es que hay que buscar instrumentos que alejen a los megalómanos inmisericordes, ególatras insufribles, personalistas estúpidos del ejercicio de la representación y el poder y se dejen para la persona normal, sin neuras jilipollas que sepa que un cargo no es una hermosa medallita que lucir, sino una carga ardua que acarrear. Y el que quiera reconocimiento le hacemos en medio de la plaza, sin molestar al solipsista yonki, el solemne monumento al jilipollas anónimo.


miércoles, 6 de junio de 2007

"por la dignidad policial y el reconocimiento social"

Hoy transitaba, como me tienen acostumbrado ultimamente mis compromisos laborales, por ese parque temático que es el centro de Barcelona, exactamente por ese eje que reproduce los mejores pubs de las Islas Británicas entre la Rambla, calle Fernando, plaza de San Jaime hasta la vía Layetana. El habitual paisanaje de rubicundos del norte que gozan y ofrecen servicios túristicos en la zona había sido modificado, espero que excepcionalmente, por una masa descomunal e imponente de antidisturbios ataviados con todo el equipo, alguno de ellos, puestos en posición. La tensión se mascaba como carne de mal estofado. El ambiente intimidatorio sugería una situación conflictiva equiparable a la histórica y tan barcelonesa Semana Trágica. ¿Habría al final de la Calle Fernando una barricada abierta por el fervor revolucionario del pueblo barcelonés? ¿Huestes de alborotadores estarían destrozando la ciudad desatendiendo las más básicas pautas de civismo tal y como temía el sufrido Hereu? Un frustrante no. Semejante derroche de medios y de emociones para un grupillo insignificante, menos de diez personas, con inofensivos carteles denunciando los abusos policiales cometidos por la tan deseada policía autonómica, rodeados de unos cuantos guiris curiosos y despistados. Así es que se ha materializado, una vez más, aquello tan descriptivo de este país que con la gracia que les caracterizaba cantaban esos bellos mozos de ska-p:

Y aqui no pasa nada nos comemos la tostada, ni si quiera
te levantas del sofa
Vaya decepcion en la manifestacion, solamente han ido los
anti disturbios


Luego ha resultado que esta gente tan emotiva y sensible ha tenido también la genial ocurrencia de manifestarse. Me parece delicioso que los encargados de, digamos, controlar los excesos, por decir algo, de las manifestaciones con elementos tan delicados y sugestivos como el inofensivo kubotan tengan el ánimo de ir a la calle a expresar sus sanas reivindicaciones como cualquier hijo de vecino. Más allá de la posible ironía del asunto, la cuestión está en quién carajo controla que no se desmadren en su protesta, como todo exaltado pancartero (ay, Ansar, cuánto te debe el castellano moderno), porque uno no se imagina a un mosso utilizando con la destreza habitual la porra y demás elementos disuasorios contra sus compañeros de (ay, el subconsciente me delata, iba a decir tropelías) andanzas, andanzas y sinsabores. Lo propio sería que ante una, desde luego, legítima manifa policial, fuese el común de la ciudadanía la que vigilase su comportamiento ejemplar, con el cariño merecido.

Porque, amigos, lo que han ido a reclamar los agentes de la seguridad a la puta calle no es ni más ni menos que un poco de cariño. Quién se iba a imaginar semejante derroche de emotividad por parte de la madera, la verdad. Dignidad policial y reconocimiento social, propósito loable, no me cabe la menor duda que, de hecho, tan oportuno es. Ahora bien, estos sensibles funcionarios creo que se equivocan de forma para lograr ese acertado objetivo. Es como si yo le fuera a, pongamos, Charlize Theron, por decir alguien, y le espetara con pancartas y todo despliegue ¡Ámame! Pues no, claro. Vamos, si esta delicada gente desea dignidad policial y reconocimiento social lo que tienen que evitar es que ocurran casos tan indignos e inaceptables en una policía democrática de abusos, maltratos, corrupción, incapacidad, arrogancia, racismo, impunidad... en vez de cerrar filas, al más típico estilo corporativista e ir de víctima dolida. Así el reconocimiento se antoja difícil. Lo más que van a lograr es que los catalanes añoremos a la Guardia Civil, que, al final de cuentas, tampoco eran más cafres y al menos estaban revestidos de toda la mitología carpetovetónica eternizada, por ejemplo, por García Lorca.

De hecho, todo esto viene de la mentira caprichosa e irresponsable del tan y tan deseado por algún iluminado Autogobierno, que le llaman. Todos los males nacionales, según este delirio, se deben al origen español de las instituciones, por lo que su invariable solución es la genial panacea del traspaso inmediato de competencias a ese ente llamado Autogobierno, fuente incuestionable de las mejores maneras democráticas y ejemplo infalible de eficiencia. El problema es que como todas estas excelencias se le presuponen al bendito Autogobierno, ni dios se preocupa, no ya en averiguar si es efectivamente el modelo administrativo más eficiente, sino en asegurarse que su funcionamiento y estructura sean realmente lo más democráticas y operativas posible. Porque lo realmente triste es que un cuerpo de seguridad joven, nacido al amparo de la democracia y sin la acumulación de vicios atávicos haya adoptado de una forma tan rápida hábitos no ya inesperables en una democracia moderna y, en fin, progresista, sino más reconocibles en regímenes más oscuros.

martes, 5 de junio de 2007

La permanencia de la estupidez

... 14 meses después, ETA anuncia el fin del "Alto al fuego permanente".

La curiosa transitoriedad de un alto al fuego... ¿permanente?. Tan permanente que no se interrumpió ni mediante un atentado con doble asesinato en la T4 de Barajas. Un alto al fuego que no ha rebajado ni una sola de las pretensiones de la banda asesina. Ni las pretensiones, ni el trabajo de a pie: han seguido extorsionando a empresarios, han seguido robando armas, han seguido adiestrando delincuentes, han seguido amparando y justificando la violencia y han seguido tratando de saltarse la ley electoral por todos los medios. Eso sí, entretanto hemos puesto en la calle a un asesino porque el pobrecito padecía desnutrición. ¿Volverá a la cárcel ahora, o eso también es "permanente"?

A veces las cosas son como parecen. Los locos, los asesinos, los antidemócratas no conocen la negociación democrática. Conocen el chantaje y la extorsión. Pretender sentarlos en una mesa a dialogar es una bonita pretensión, pero a la vez inútil. Inútil, claro está, siempre que no se esté dispuesto a dar contrapartidas políticas, cosa que el Gobierno, esta vez, ha demostrado, por más que el PP se entestase en llenar de basura la prensa.

Seamos claros. Zapatero (o mejor dicho, el PSOE) ha sido un grandísimo cabronazo que estudió con detalle una estrategia que podía haber sido electoralmente muy rentable. ¿Podía haber funcionado? No creo que tengamos elementos de juicio suficientes. Sin embargo, todo este proceso ha dejado cuatro cosas claras:

  • Dos muertos en 14 meses. Por lo menos, durante un tiempo, los asesinos han asesinado menos. Eso siempre es positivo.

  • La actitud goebeliana del PP no ha ayudado en nada, más bien al contrario. Son exactamente igual de culpables del mismo delito: anteponer la rentabilidad electoral a todo lo demás, ya sea la solución del conflicto (es decir, el fin de ETA) o la propia estabilidad interna del país (léase España).

  • No ha habido contraprestación política alguna. Ni candidaturas electorales, ni estatutos, ni legalizaciones. En todo caso, alguna contraprestación judicial que espero que se retrotraiga ahora.

  • El proceso ha dejado claro que ETA jamás abandonará las armas, que sus peticiones son y serán antidemocráticas, que no escucharán gestos de los demócratas (ahora ya está demostrado, que no se vuelva a decir lo contrario) y que hace falta un pacto de estado para combatirlos con el peso de la ley. Se ha puesto en boga un tema que los años habían ido apartando del debate, hasta el punto de que el asesinato y la extorsión en el País Vasco parecían algo natural.

Todo ello acaba con una conclusión clara, pero que mucho me temo que los grandes partidos no piensan cumplir. Ahora es el momento de recuperar un pacto antiterrorista de estado y cerrar algunas fisuras de la crispación. Pero eso requiere del compromiso de todos, especialmente de PSOE y PP y, la verdad, no los veo por la labor.

Para mi es capital: fin del revanchismo y la crispación. Los demócratas no somos enemigos, sino rivales, y tenemos que comprometernos mediante pactos estables en los grandes temas de estado. Si el PP fuera un partido digno, ahora no pediría dimisiones: ofrecería pactos. Y si el PSOE fuera un partido digno, los asumiría.

Si seguimos dándole a ETA el poder de decidir por su cuenta el gobierno de toda España, estaremos apagando el fuego con bidones de gasóleo. Exactamente lo mismo que si seguimos considerando víctimas a los verdugos, opción política al terrorismo o luchadores a los delincuentes. Ahora más que nunca, la democracia exige responsabilidad, dignidad y unidad.


jueves, 31 de mayo de 2007

La derrota de la voluntad

Un hondo vacío se ciñe en el pecho del derrotado y lo constriñe ahogándole el palpitar. No sentía esa lastimosa sensación desde aquellos tiempos, casi legendarios, casi quiméricos, que paladee con fervor mis amores no correspondidos. Ciertamente, el desengaño, ese desengaño del derrotado adquiere una expresión, una profundidad y una humanidad que le confiere una dimensión épica. Todo lo contrario del que logra sus objetivos. La explosión de emociones que le infunden el éxito le generan al sujeto un brillo en los ojos que se antoja un asomo de la soberbia que tanto despreciaban los griegos y que casi le cuesta el bigote a la hermosa Friné. Por un momento te hace creer infalible y te hace pensar ser el eje universal. Pésimo vicio que se acaba el día en que empiezas a pudrirte.

Pero volvamos al derrotado y esa inmensa humanidad que destila, porque en la derrota de la voluntad se manifiesta el inexorable contraste con la realidad. Se presenta como revelación en su mirada pasmada y su semblante agotado, ante la conciencia de que no hay nada que hacer. Yo llevo esa cara de pasmado desde hace tanto tiempo que la confundo con mi rostro. La verdad es que estoy tan abonado a ella que pienso que estoy enganchado a la derrota y me regocijo y me engancho a ella con la dependencia que genera todo vicio. No sé encarar las situaciones sin ella, es difícil afrontar los retos, por lo que me resulta más cómodo encomendarme a un invariable fracaso. De esta forma me limito a renovar mi penosa constante cara de pasmado. El problema es que como el alcóholico o el adicto al pegamento, no lo asumo y me estrello una y otra vez ante el muro que yo mismo me he erigido.

Pero a pesar de que, como no podía ser de otra manera, hablar de mí es una cosa que adoro con desmesura, no pretendía psicoanalizarme en este post. Hablábamos de la dimensión trascendental, epistemológica, metafísica, incluso moral del fracaso. La gran filosofía decimonónica, con Shopenhauer y Nietzsche como mis referentes favoritos, incidió con criterio en la importancia de la voluntad y el poder de ésta. No hay mejor título para ilustrar lo que digo que la obra magna de Don Arturo El mundo como voluntad y representación. Lejos de remitirme al nazismo, válgame Dios, aunque alguna alusión me temo que será inevitable, el quid de la cuestión está en la derrota de la voluntad y cómo se resquebraja, en virtud de ese contacto con la inconmensurable realidad, esa representación del mundo elaborada a golpe de voluntad.

Un solipsista, un eremita uraño feliz en su lejano desierto, vive satisfecho en su voluntad, nada permite cuestionar su representación sublime de esa realidad que existe en la, digamos, conciencia del sujeto. Ahora bien, la coña reside en la vida en comunidad, en la interrelación, ¡ea!, es decir, en eso de la política. La difícil articulación de voluntades, sensibilidades, prioridades diversas y variopintas. Convencer es un logro que confiere, de nuevo, esa soberbia tan despreciada, con ese criterio tan merecedor del apelativo de clásico que tan bien sabían llevar los griegos.

Ahí el tesón del proselitista. Ahí la furia del dogmático. Empeñados en que su caprichosa y estática representación del mundo se asiente, aunque sea con calzador. El mundo les da igual, el pragmatismo no existe, la felicidad no es un objetivo material, pasa en que su ideal personal no se resquebraje, aunque sea a fuerza de someter, de eliminar a aquello que lo ponga en entredicho. De ahí, el terrorismo, las cruzadas, la inquisición, como justificación moral, claro está. En definitiva, un dogmático jamás reconocerá la realidad y se dará de bruces siempre con ella, como una polilla en una bombilla (gracias, Iván, por tan formidable imagen que te tomo con descaro prestada).

Otra cosa es aquél que tiene afán de transformar la realidad. Aquél que pretende restituir una injusticia para poder dedicarse, después de ello a disfrutar de la vida tras arreglar un desaguisado. No disfruta de su causa, sencillamente es una necesidad y tener que convencer se convierte en una pesada carga. Pero, para variar, me estoy yendo por las ramas cosa mala. La cuestión es que este segundo, a diferencia del idealista dogmático, asume su responsabilidad cuando no logra convencer. No lo achaca a la impiedad del otro, sino a su incapacidad de convencer, toma conciencia, pues, del infranqueable salto manifestado entre su voluntad y la realidad y asume la impotencia. Es, pues, humano, demasiado humano.

Por fortuna, con todo.

martes, 8 de mayo de 2007

Puestos a comparar modelos

Tony Judt, cierto historiador gringo, clama, con la contundencia que se merece, lo siguiente en el diario El País de hoy:

El "modelo social francés", se nos dice a menudo, es disfuncional y ha fracasado. Si eso es así, bienvenido sea el fracaso. Los recién nacidos tienen más probabilidades de sobrevivir en Francia que en Estados Unidos. Los franceses viven más tiempo que los estadounidenses y tienen mejor salud (y con un coste mucho más bajo). Están mejor educados y poseen un transporte de primera categoría financiado con fondos públicos. La brecha entre ricos y pobres es menor que en Estados Unidos o Gran Bretaña y hay menos pobres. Es verdad que el paro juvenil es muy elevado, gracias a los obstáculos institucionalizados a la creación de empleo. Pero si los franceses sacaran a los hombres de piel oscura y de edades entre los 18 y los 30 de las filas del paro y los metieran en la cárcel como hacemos en Estados Unidos, sus datos de desempleo también serían favorables.

Uno que no deja de perder el gusto de plagiar al bueno de Antonio Machado con aquello de que por mis venas corren gotas de sangre jacobina agradece, con los tiempos que corren, declaraciones de esta índole.

lunes, 7 de mayo de 2007

El asno y el sabroso regusto de la miel

Si es que el refranero, ese mamporrero del lenguaje, lo expresa con meridiana claridad: No está hecha la miel para la boca del asno. No obstante, la cuestión es que el desdichado pollino, acostumbrado a un sino culinario basado en las desábridas algarrobas, poco acostumbrado está a la degustación de las dulces mieles sean del tipo que sean. Más habituado a cargar pesadas alforjas ante la infructuosa y cruel espectativa de degustar una simple zanahoria, imaginaos el caudal de sensaciones, impresiones e incluso emociones que se apoderarían de él en el momento en el que le dejaran, no sé si de forma igualmente cruel, con la miel en los labios. Como una revelación, como un fugaz episodio místico, sus maltratados morrazos hechos, a golpe de resignación, al sinsabor de la algarroba gozarían por un instante efímero, apenas aprehendido, de la dulzura de mil flores.

Después de ese solemne roce con lo más cercano a la idea de belleza, perdónenme este lamentable desliz platónico, que se haya encontrado nunca la acémila, cómo puede ésta reaccionar. Paladeando todavía el regustito dejado en su hocico, rememorando ese instante sublime en el que ha descubierto que, al menos en el paladar, este mundo no tiene que ser necesariamente un valle de lágrimas.

viernes, 20 de abril de 2007

Ejemplos edificantes de sano cortoplacismo en la Amazonía

Explica en 1941 el ingeniero Julio César Granja en su relato nacionalista reivindicativo del Oriente ecuatoriano:

Esta vez, en el Puyo, el domingo no tenía sino un olor a taberna
Julio César Granja, Nuestro Oriente, 1942, p.33.

Hay cosas que, afortunadamente, no cambian.

Desde el foro que me brinda la red aprovecho para lanzar un ecuménico homenaje a las gentes de Puyo, la provincia del Pastaza y el Oriente ecuatoriano en general, al ser un ejemplo sabio y humilde de cortoplacismo saludable y de perfecta concepción vital. Porque la humanidad se desarrolla con más naturalidad en medio de la selva que entre cemento y anonimato. Que el progreso no os lleve a la alienación, amigos.

Permitidme un par de ejemplos de superioridad moral de gente de esas tierras todavía no contaminados por la decadencia espiritual cristiano-capitalista:


Las mujeres reanudaron el primer baile cantando; “Ya la chicha nos ha bien emborrachado, ahora sí estaremos muy alegres, y si los hombres pidieran nuestros favores a todos se lo concederemos”.[...] Siguieron otros bailes totalmente salvajes, con aullidos y silbidos, y que creo inútil narrar. Se terminó esa saturnal solamente a eso de la medianoche al desaparecer la luna.
Vicente Bravo, Viaje al Oriente, 1906, p.28.

Ni bien tienen chance de conservar bastante carne ahumada para su necesidad de algunos meses, pasan la mayor parte del tiempo recostados en sus hamacas en la inmovilidad más completa.
Gaetano Osculati, Exploraciones de las regiones ecuatoriales, 1846, p.141.

jueves, 19 de abril de 2007

De los viajes súbitos y efímeros

Siempre es interesante reencontrarse con uno mismo indagando en el interior de los demás y descubrirse con sorpresa ante lugares y situaciones otrora desconocidos. Comprender mis propias reacciones me ayuda a asumirme, pero también amplía mi limitada capacidad de reflexión. Será por eso que adoro viajar...

Es la Normadía una tierra húmeda y rica, que se sobrepone con fuerza a sus circunstanciales moradores. Éstos han sabido respetarla y cabalgar a su lomo, y son grandes amantes de la sidra y el Calvados. La paz del Sena embriaga, y los bosques en primavera hacen pequeñas las paletas de los impresionistas, tal es su riqueza.

Rouen brilla con fuerza prestada por los jóvenes estudiantes que, provenientes de los más remotos rincones del mundo, buscan una enriquecedora experiencia, menos académica que social. En efecto, la vida cosmopolita de una ciudad universitaria, en contraste con el carrinclón reaccionario y carca de pueblos y urbes castizos, es una de las pocas visiones que mantienen mi fe en una sociedad más sensata, emanada y levantada necesariamente por una generación postmoderna, desligada de los traumas y prejuicios de otros tiempos moribundos.

Recuerda el Sena, a su paso por Rouen, aromas de París, ese gran monstruo frío y cautivador, y nos cuenta historias de su apacible paso por el pequeño Vernon. Contemplando desde esa soleada orilla los cipreses de la otra vera, a los que aún percibo como muy lejanos, pensaba en la inexorable fuerza con la que las aguas arrastran hacia el mar, y a la vez en cómo un minúsculo abrojo es capaz de cambiar, desde su remoto nacimiento, el curso de un río. Y me pregunto cuál fue el abrojo de mis aguas...

Entretanto, seguiré pescando cual ánade distraido esperando el próximo tren hacia ninguna parte.

Platón, todo lo que representa y la madre que lo trajo

Siempre he detestado con toda mi alma a Platón. Es de esos odios que gozas y en los que te regodeas con ese placer que sólo la indignación es capaz de generar con tanta voluptuosidad. Ciertamente le desprecio a él y, sobre todo, a cuanto representa. Significa el triunfo de cuanto depravado puede crear la conciencia humana, desde el elitismo más arrogante y mezquino al perverso y absurdo idealismo más alienante, tan despreciativo de la vida, actitud que, en definitiva, todo cortoplacista que se precie ha de denunciar y que, como no cabía de otra manera, para ello aprovecho el foro que me brinda graciosamente la red, por lo que proclamo a los cuatro vientos cibernéticos:

ME CAGO EN PLATÓN Y EN TODO LO QUE REPRESENTA

Nada es más depravado que el idealismo porque supedita a la realidad sensible, a la vida en definitiva, respecto a ideas preconcebidas, inalterables, inexcrutables la mayor de las veces, que no se desprenden de ésta y con la que, constantemente se da de bruces. Hay un músico por ahí que lo dice con mucho más salero que yo, dónde va a ir a parar:

Creí que me había equivocado,
luego pensé
que estoy bien aquí en mi nube azul.
Todo es como yo lo he inventado
y la realidad trozos de cristal
que al final hay que pasar descalzo.

Éste es el feo vicio del amor platónico, que en vez de gozar de la vida y sus placeres, de compartir con otra persona momentos enriquecedores, tanto agradables como árduos, lo bueno y lo malo de las relaciones humanas, prefiere crear una cómoda e irreal idealización de una persona a modo de tótem venerable, para dirigir unos hipócritas actos onanistas espirituales. No cabe duda que es una patada a la vida y sus placeres y desde este foro del cortoplacismo nos vemos obligados a denunciarlo y con él a todas las alienaciones que en torno a la idealización sentimentaloide se generan.

lunes, 26 de marzo de 2007

Una sola letra marcó la diferencia.

Una sola letra marcó la diferencia.

Esa letra demostraba que nunca le había importado. Era indiferente de quién se tratase porque, al fin y al cabo, el tema no podía trascender. Solo tenía que estar ahí, latente, en una constante dependencia que mantuviera su autoestima, y solo eso hacía que fuera triste perderlo.

Una minúscula n en un 12 de febrero marcaba la diferencia entre lo humano y lo espiritual, entre él y cualquiera. Y, a la vez, le daba sentido a todo. Justificaba, precisamente, que aún cuando la negativa había sido sempiterna, pudiera existir tristeza en la pérdida.

Quemando etapas

Si en una vuelta ciclista uno pudiera ir cambiando el trazado libremente y abandonar una etapa para buscar otra distinta, sería una gran metáfora de la vida.

Agotado ya de esta cadena de montañas y contrarrelojes, yo me apeo aquí, buscando una temporadita de curvas de ciudad en las que derrapar, a mi aire, sin pensar en el pelotón.

La montaña tiene su encanto, pero yo estoy cansado y el paisaje cada vez es más árido y desagradable. Mucho me temo que en la cima no habrá flores. Y no soy corredor de contrarreloj. A mi me gusta ver el paisaje y platicar con los compañeros de pelotón, no avasallarlos y dejarlos atrás.

Sé que en la calma de mi playa, en mi apacible ciudad, echaré de menos los arroyos del monte, el crujir del neumático en las piedras del camino, la frialdad de la brisa matutina cargada de aroma. Sé que en el aburrido asfalto contaré a las ratas de cloaca del color tostado de las ardillas.

Sé que muchas veces me arrepentiré. Pero siempre habrá tiempo de buscar otras etapas, porque esta vuelta aún no termina.

De sátiros y musas

El viejo Hank, para muchos un modelo a seguir, todo un visionario, irreverente, inconformista, con claras convicciones y fuerte carácter, alguien único. Para tantos otros un escritor mediocre, hecho a su personaje, voluble y comercial.

Al margen de si se trató de un personaje autoinventado, lo cierto es que Charles Bukowski describía el modelo ideal y exacto del cortoplacista.

Sus profundas reflexiones políticas, filosóficas y sociales estan imbuídas de un pesimismo tal que, inexhorablemente, desembocan en un transcurrir en la levedad más nihilista.

Buena prueba de ello es su satirismo galopante.

Antes de seguir quisiera aclarar al lector la diferencia sustancial, para mi, entre un misógino y un sátiro.

El misógino es un ser mezquino y amargado que desprecia a las mujeres. Las detesta y, en ocasiones, exterioriza su frustración relacionándose con ellas para maltratarlas.

El sátiro, en cambio, es un ser sensible, que respeta a las mujeres. De hecho, las respeta más de lo que ellas mismas se respetan, y así le va. Su resignación espiritual proviene de la comprensión y el entendimiento, que lo convierten en una persona vitalista, que trata de aprovechar lo mejor que le ofrece la vida. En el fondo, un cortoplacista.

Pensaba en todo ésto la otra tarde observando, a través de la inefable ventana al mundo que es internet, una pintura de Jean-León Gérôme.

No es que sea yo una persona culta y sensible, entregada al arte y a la vida contemplativa (bueno, eso último sí). En realidad fue el pesao de Jacobino quien me pasó el enlace, acabando con mis ensoñaciones onanistas.

Describe el cuadro la situación del tribunal donde era juzgada Friné, de la que se decía que era la mujer más bella, acusada de impiedad. Cuenta la leyenda que en un alarde de ciencias jurídicas, el abogado defensor, Hipérides, hizo desnudar a la bella Friné y arguyó con vehemencia: "¿Realmente creen sus señorías que tan celestial criatura puede haber sido sujeto de tal delito?". No pudieron los jueces por menos que reconocer que a la modelo de Praxíteles le sobraban los motivos para compararse con Afrodita. Distinto hubiera sido el juicio contra Sócrates por el mismo delito, como entenderá el lector.

Ciertamente era el sensible Gérôme un auténtico sátiro, como demuestra su tenacidad: en 1890, 29 años depués del cuadro del juicio de Friné, desató un nuevo escándalo con el cuadro de Pigmalión y Galatea. Pero más sátiro aún era Hipérides, el defensor de Friné. No me cabe duda alguna de que Bukowski, de haber vivido en el año 300 a.C., hubiera ejercido encantado de Hipérides, desnudando a Friné y alardeando posteriormente de haber convencido al areópago desde sus más bajos instintos. La única diferencia es que Hank lo hubiera hecho borracho y no hubiera escatimado recursos en acabar la noche en la alcoba de la hetaira...

miércoles, 14 de marzo de 2007

Incompetencia empresarial

Ignoro qué enseñarán en las escuelas de empresariales pero especulo que, básicamente, pura bazofia. Imagino que tendrán tan sorbido el cerebro con eso de maximizar los factores de producción (si no empleo correctamente la jerga, ruego me perdonen) que se olvidan que los trabajadores, mal que les pese, o, yendo con malicia, por mucho que les ponga esa idea, no son meros engranajes de hierro colado. Seguro que los más sutiles detalles de la microeconomía son fundamentales para la gestión y formación de una empresa, no lo pongo en duda, ni mucho menos, pero deberían tener, de la misma manera, principios básicos de psicología, ya que, si tuviesen presente eso de la motivación contemplarían cómo la productividad e implicación del trabajador varía favorablemente.

Por ejemplo, en el ámbito de la atención telefónica, campo en el que estoy ahora inmerso, tienen, sin ir más lejos, la consigna de escatimar incentivos con pejigueras absurdas para ahorrarse cuatro chavos. Hay ejemplos ridículos, como criticar el uso de los pronombres para recortar incentivos que más que , evidentemente, animar a un mejor servicio, implicando al trabajador con la empresa, tienen el efecto contrario y generan la certeza al empleado que poco importa lo que haga de tal forma que se relaja en su trabajo. Bastante poco se paga, menos se valora su trabajo, poca trascendencia tienen sus actos en una estructura que reproduce y magnifica los vicios kafkianos, que el trabajador se adapta a ellos. De hecho, es habitual que el teleoperador busque mecanismos humanizadores, tan agradecidos para cliente y trabajador, que son penalizados en los parámetros de esa demencia que se da por llamar, no sé con qué cordura, calidad.

Ciertamente, parece que en las mentes, no creo que precisamente privilegiadas, que estructuran el funcionamiento de este servicio, su aspiración es crear una alienación absoluta del cliente y teleoperador, no sé si fastidiados de tener que tratar con personas y no con, snif, máquinas. La gracia es que no sé si se dan cuenta que ellos también son, quién lo diría, personas y tan prescindibles o más son en todo el eslabón de la producción o lo que coño sea todo esto. Dudo de que estén inmersos en la precariedad laboral y alienación de los teleoperadores, pero sin duda son los responsables del desvarío de un sistema que prima un absurdo que, efectivamente, haría las delicias de Kafka. Por eso, yo me río de las alarmas sobre la productividad del trabajador español. No es que me guste culpabilizar, que también, pero si a alguien hay que señalar al respecto es a la cultura empresarial en la que estamos inmersos y a sus responsables. Desconozco si gozan, inmersos en un extraño y perverso complejo de poder, de los despidos masivos o el mero chuleo rutinario al currante, pero si alguien es responsable del funcionamiento de una empresa son los pánfilos que la gestionan, y al igual que el entrenador de fútbol que no consigue resultados, éstos, y no los jugadores que están día a día sacando las algarrobas, son los que tienen que irse masivamente a la puta calle.

En una sociedad que está incorporando, mal que bien, la cultura democrática a todos sus ámbitos, debería plantearse otro modelo de estructura empresarial que incorporase la voz de los trabajadores y limitase la gratuita y en innumerables casos, arbitraria verticalidad, habida cuenta de los beneficios estructurales que ello genera. No es un modelo inaudito, de hecho el modelo, sin ir más lejos, alemán tira, en mayor medida por ahí con mejores resultados que la empresa española. Si realmente hay partidos de mínima izquierda en este país, deberían tirar por ahí.

domingo, 11 de marzo de 2007

Una escena del Raval como alegoría utópica de un mundo armónico.

Ayer el Muy Honrado Consejo del Piso Franco decidió trasladarse para presenciar y formar parte de uno de los eventos más emblemáticos de la contemporaneidad, es decir, un Barça-Madrid. El fútbol es un oportuno subterfugio inocuo de los impulsos tribales y competitivos de los que adolece la humanidad, que aplaudimos. Mucho mejor que se desaten estas pasiones en la banal lid de las periódicas competiciones deportivas que trasladarlas al más trascendente y peligroso ámbito legislativo. Mucho mejor aspirar a machacar al rival en un tanteo deportivo que en otras terribles situaciones. Las apoteosis identitarias y simbólicas en un estadio de fútbol lucen mucho más bellas que en la arena política, dónde va a ir a parar.

Acudimos a una cercana tasca que está sabiendo resistir las presiones de la moderna estética y mantiene, de esta forma, el calor y familiaridad de los antiguos baretos de toda la vida. Nunca me dejará de sorprender cómo los inmisericordes horteras que reivindican pomposamente las tradiciones en el ámbito político son totalmente insensibles a las manifestaciones populares que nos dan continuidad y riqueza cultural. Resulta paradójico que en una región como Cataluña, de una forma aparente, machaconamente celosa de su pasado, resulte que no hay verdadera sensibilidad por los elementos culturales idiosincráticos. Así, no hay interés alguno en conservar los establecimientos que le dan historia a una ciudad o, aún más sorprendente, hay un desinterés total en conservar el patrimonio arquitectónico. Uno acude a una región poco sospechosa de dejarse llevar por estos devaneos identitarios como la cántabra y constata con sorpresa el celo con el que han conservado la arquitectura tradicional, con un gusto impensable en otras tierras. En Cataluña, sin embargo, dejamos derrumbar, sin ir más lejos, innumerables y exquisitas masías por la mera desidia, porque realmente el nacionalismo no encierra sensibilidad por el pasado, las tradiciones o lo que se quiera, sino que esconde un obsceno complejo de superioridad.

Pero volvamos a la tasca. Decíamos que acudimos a un establecimiento del barrio de relajadas formas. Hay gente, y ahí la gracia de la libertad, que prefiere establecimientos que dispongan de una cuidada imagen, pero yo prefiero lugares que rezumen el carisma y la personalidad de su gente, que establezcan un ambiente desenfadado y cercano a la vez que, como fue el caso, primen el precio, el calor humano, la cervecita bien fresquita en jarra helada y si encima disponen de unos callos deliciosos ya poco más se puede pedir. Aprovecho la oportunidad que me brinda la red para, con sincera gratitud, hacer un poco de publicidad de este abandonado local que podrá nuestra audiencia encontrar en la Calle d'en Roig.

Con todo, una taverna es también su parroquia y ésta, como no podía ser de otra manera, a pesar de su rancio abolengo castizo, presentaba la rica y sana pluralidad del Raval. Moros, negros, españoles y alemanes disfrutando en sublime armonía de un partido vibrante, jaleando a ambos equipos. En una especie de alegoría de la pluralidad y el espíritu deportivo, la parroquia se dividía entre ambas aficiones creando una atmósfera la mar de entregada al espectáculo. Al final el resultado, un abultado 3 a 3, parecía querer acompañar este ambiente, de tal forma que ambas aficiones se retiraron sonrientes y cómplices. Con todo, morbosamente quisiera saber la visión de Puigcercós sobre la integración de los moros que jalearon a los merengues.

jueves, 8 de marzo de 2007

Cifras

Arrastrados por el amor incondicional a esa disciplina, empezaremos a realizar un estudio estadístico del piso franco. En un alarde de originalidad sin precedentes, hemos decidido (me encanta el plural mayestático) dividirlo en dos frentes: medias y récords.

A bote pronto, así van las cifras:

Récords:

- Litronas de cerveza vacias por tirar: 49
- Días sin barrer: 30
- Días sin bajar la basura: 14
- Horas con el mismo CD: 10 (obras completas de Manolo García)
- Comensales: 7
- Pitis en un cenicero: indefinido e indecente (ver foto adjunta).



Medias:

- Precio por plato: 0,30€
- Borracheras semanales: 2
- Horas de trabajo semanales: 31/persona
- Fidelidad de los camellos: sin repetición.


Primeras conclusiones del estudio:

El índice de consumo y la optimización de recursos higiénicos van en la línea esperada, incluso mejorándola levemente. Sin embargo, se observa una preocupante descompensación entre el ocio y la recaptación de medios para el idem. Se recomienda encarecidamente al Consejo del Piso Franco que desarrolle urgentemente un plan de choque para corregir dicha disfunción.

Fuente: CEEPF (Centro de Estudios Estadísticos del Piso Franco)